A LA AUTORA María Teresa de Vega
5 Conjetural, Escritura entre las nubes, 2023
La experiencia de la literatura exige un estado de apertura centrado en la dinámica referencial lectores/obra. Se necesita tiempo y quietud para adentrarse en novelas que, como ésta, demandan: búsqueda, indagación, aprendizaje; no exentos del placer lúdico implícito: ese acuerdo no escrito entre quien narra y quien lee. Comenzar este ejercicio conjetural al que nos invita María Teresa de Vega, en 5 Conjetural, garantiza aventurarse por caminos de hondura y erudición. No hay mejor razón para leerla.
7 preguntas 7, quiso acercarse un poco más a la autora. Sus 7 respuestas lo hacen.
El núcleo de la novela es una desaparición. No obstante, como un capullo que se abre pero tiene en su fondo otro capullo que también se ofrece, así nacen unos sucesos de otros, en más o menos íntima conexión. Concretamente, son las suposiciones de los personajes acerca de lo que pudo ocurrirle a la mujer desaparecida.
La utopía y la distopía se enfrentan en la novela como en la realidad el bien y el mal. Pero en el horizonte, aparece como posible la utopía. Es lo que resulta de mi meditación sobre la existencia, acorralada por toda suerte de desmanes, que no pueden obviarse, y que definen hasta cierto punto nuestro mundo.
Instalarse lo más armoniosamente posible en ella. Es lo que ha hecho la mayor parte de la gente, que se ha acostumbrado a que es lo que nos ha sido decretado por un poder incognoscible, y con mansedumbre lo acepta.
Las incitaciones han sido diversas. Siempre, por supuesto, está, en parte, lo autobiográfico: lo que has vivido o que conoces por los otros, más que el hecho en sí, las emociones, las reflexiones que suscita.
Las lecturas, que son tantas veces, una fuente de ideas. A este respecto, en mis narraciones está presente la intertextualidad, esto es, unir el suceso del relato con la memoria cultural, de anclar lo que pasa a los personajes con el espacio más amplio de las creaciones filosóficas, literarias, religiosas, con los ideales que ha imaginado la humanidad.
Puede decirse, finalmente, que con osadía y sin escrúpulos, cuando una escribe, se apodera de todo lo que le sale al paso y puede valer.
La poesía es, para mí, feliz acomodo. La narrativa, trabajo duro.
Desde muy pronto supe que entregarse a una tarea, a un proyecto, eran necesarios para sostener el impulso de vivir, frente a las frustraciones, las desilusiones de la vida. Pueden ser muchas las tareas: bordar, enseñar, dibujar, cocinar... Yo elegí la que tenía más cerca.
En poesía, Perdonen que hoy no esté jovial, que es una reflexión pesimista sobre la dureza de la vida en la tierra.
En prosa, Merodeadores de orilla porque se inspira en un tiempo y un espacio para mí de
gratos recuerdos. Naturalmente transformados.