Hoy escribo bajo la luz de unos viejos faroles,
sentada en el banco más remoto de un parque español.
Busco bajo los periódicos el caudal de las huellas y el tiempo.
El candil a lo lejos de una vela,
ilumina el cristal, de la escotilla de un barco.
Y está el náufrago recostado a mi lado,
como quién busca el refugio, en el calor de mis versos.
Y está el parque a la orilla del mar,
gritan las olas,
dormita el sol ...
...y se pierde la luna, en los cristales marinos.
Muere el náufrago.
Amanece y está el parque remotamente espantado.
Se apaga el candil.
Y la proa del barco se pierde sin la luz de la vela.
Escribo y es medianoche,
sentada en el banco más remoto de un parque español.
Grita África y el volcán en la Palma.
Y está el Teide dormitando en mi regazo
como quién busca refugio, en el calor de mis versos.