Margarita Majorera
José Luis Regojo Borrás
José Luis Regojo Borrás

La búsqueda de la felicidad ha sido una constante a lo largo de mi vida, desde aquellos días en que escuchaba la canción de Palito Ortega, La felicidad, o la de Al Bano y Romina Power, Felicità (y de eso hace mucho tiempo…), hasta llegar a la versión más reciente de Berlín (La casa de papel).

   Según diversas investigaciones, parece ser que los tres factores que más contribuyen a la felicidad son sentir que la vida tiene sentido, percibir que tenemos control sobre nuestras vidas y gozar de salud y bienestar. Aunque la felicidad es algo subjetivo, hay instituciones que la cuantifican. Según el Índice Global de Felicidad, publicación anual de las Naciones Unidas, España ha descendido tres puntos durante el año 2023 respecto al año anterior. Ahora estamos en la posición 32 entre 157 países. De acuerdo con este Índice, Finlandia es el país más feliz del mundo, mientras que Afganistán se encuentra en la última posición.

   Hay un país, cuyos ciudadanos dicen que son muy felices, a pesar de estar en la séptima posición: Noruega. Los noruegos destacan por su peculiar filosofía de vida llamada "kos". Este concepto, similar al "hygge" danés (segunda posición del Índice), supone encontrar la paz y la felicidad en las pequeñas cosas cotidianas. Una palabra que irradia calidez, amabilidad, cariño y risas, así como ayuda a sentirse feliz cuando te sientes seguro y alegre en compañía o te sientas a solas a mirar las estrellas o el paisaje alrededor. En esencia, el saber disfrutar de la tranquilidad es esencial para este estilo de vida.

   Disfrutar del “kos” es fácil, vivas allá donde vivas. No se requiere excesiva destreza para disfrutar de ese sentimiento que se puede experimentar casi en cualquier momento y en cualquier lugar, a solas o en compañía. Es una sensación de calma, un ser consciente del momento y de ese profundo estado de bienestar y satisfacción. Solo tienes que proponértelo. El “kos” es el resultado de la suma de los pequeños detalles. Por ejemplo, disfruta de la naturaleza cuidando las plantas de tu balcón o terraza y pasea por el parque o playa cercana a tu domicilio.

   En España, también cultivamos nuestro propio "kos". Ya sea disfrutando de la naturaleza y las playas, o deleitándonos con una buena ración de jamón ibérico, sí, has leído bien. Según algunos estudios, el jamón ibérico activa la serotonina, la hormona de la felicidad. A pesar de que creamos que pueda ser un mito, comer jamón nos hace mucho más felices. Cuando lo comemos, estamos reduciendo nuestra ansiedad y sumergiendo a nuestro cuerpo en un estado de bienestar y relajación. En definitiva, comer jamón también proporciona felicidad.

   En el siglo XIX, Schopenhauer, filósofo alemán, sugería que el conocimiento aumentaba el sufrimiento; en la actualidad, un estudio de la Universidad de Bath (Reino Unido) señala que las personas con menos capacidades tienden a tener una perspectiva más optimista y viven una vida aparentemente más feliz. En otras palabras, vive tranquilo e ignorante de lo que ocurre a tu alrededor para ser feliz, lo cual no quiere decir ser insolidario con tus semejantes. ¡Ah!, y no te olvides de tu ración de jamón.

   En cuanto a Canarias, a pesar de su mala situación socioeconómica respecto al resto de comunidades autónomas, sus habitantes muestran altos niveles de satisfacción, según el Indicador Multidimensional de Calidad de Vida. Los isleños, pese a los datos de pobreza y empleo, sienten una satisfacción con su vida por encima del resto de comunidades, porque este estudio no solo evalúa la situación económica de las personas, sino también las emociones positivas y el tener un propósito en la vida. El buen clima y el fuerte sentido de comunidad contrarrestan la precariedad laboral y económica, según el Instituto Nacional de Estadística. La felicidad en las islas va más allá de la situación financiera que los canarios tengan (o sufran). Ellos y ellas llevan en los genes una sabiduría natural y ancestral que los peninsulares no hemos sabido comprender. Su búsqueda de la felicidad es un viaje personal marcado por pequeños detalles: su entorno natural (que deben preservar más) y unas estrechas relaciones personales de amistad y familiares que van más allá de la economía. Algo que los peninsulares deberían aprender y que los canarios deberían defender frente a la avaricia depredadora turística e inmobiliaria que les amenaza cada día con falsos cantos de sirena.

Imagen: Asteriscus sericius, margarita majorera o jorja Foto © Concha Catalán