Dejas tu huella en el mundo en los hijos que pares, en las sonrisas compartidas con tu familia, en los abrazos a tus amigos, en el gesto desinteresado que algunos saben valorar.
Al igual que la dejas en las palabras contenidas en aquellos libros que escribiste para los ojos ávidos de los lectores.
En las pinceladas inseguras que desgranaste en el impoluto lienzo en el que volcaste tu imaginación.
En los objetos que creaste con tus propias manos a caballo entre el bricolaje y las labores.
En las fotos que pueblan tus archivos donde las flores son protagonistas.
En aquellas canciones que compusiste sin saber nada de música, pero amándola profundamente.
En los árboles y plantas que un día sembraste con ilusión, esperando verlos reverdecer a la vida y crecer frondosos ofreciéndote sus flores y sus frutos.
Si tus huellas están arropadas de sonrisas habrás hecho algo bueno por la humanidad.