Cuando visites San José no cometas el error, tan común, de suponer que su emplazamiento en ese ruinoso palacete disuade de su uso. Perdida en el dédalo de la ciudad vieja, angosta, sombría y maloliente, la calleja en cuyo fondo se oculta el edificio es, sin embargo, una antesala promisoria de los deleites que el edificio alberga. Lleguen allí por azar o por recomendación, en cuanto se acercan a la callejuela, los viajeros se sienten impelidos a penetrar en su penumbra. Por su parte, muchos de los habitantes de la capital de Lotavia la frecuentan, deseosos de los placeres a los que conduce. Ya mientras la recorren, evitando inhalar sus emanaciones y tropezar con sus aristas, paisanos y viajeros saborean la existencia de que gozarán cuando traspasen las puertas de la biblioteca.

 

© Damián H. Estévez