Desde que naciste
de un modo o de otro me estoy preparando,
y a mi manera voy hijo soltando tu mano.
No deja de ser doloroso y sin embargo, también es necesario.
Pese a ese hilo invisible
que nos unirá así pasen mil años,
aprendo a dejarte ir
y a perderte un poco cada día y a cada paso.
Quizás nunca fuiste mío
y menos ahora que ya no cabes entre mis brazos…
La primera vez que te puse en el suelo supe con certeza
que el resto de mi vida sería ver
como te ibas alejando.
Y yo… yo siempre te estaré esperando,
mi destino de madre está marcado.
Todo empieza y acaba en el océano de este amor hacia tí… ilimitado.