-¿A dónde vamos?

-Al hospital, papá.

-¿Le ha pasado algo a alguien? -pregunta preocupado.

-No. ¿Recuerdas que el año pasado perdiste la memoria durante unas horas y luego la recuperaste? Te ha vuelto a pasar.

Mi padre reflexiona unos segundos.

-¿A dónde vamos?

-Al hospital, papá. Vamos para que te miren porque estás sufriendo un ataque de pérdida de memoria.

Minutos después, me mira extrañado.

-¿A dónde vamos?

Me angustio por él. Le es imposible retener la información a corto plazo. Le repito que al hospital. Le responderé lo mismo todas las veces que necesite para que se tranquilice.

Una vez en urgencias, rezo para que le regrese la memoria rápido y así no se asuste cuando se quede solo y no recuerde que hace allí.

Cuatro horas después, nos vamos del hospital. Mi primera impresión al verlo es buena.

-¿Cómo te encuentras, papá?

-Me ha dicho la enfermera que he tenido un episodio de pérdida de memoria transitoria. No recuerdo cómo llegué al hospital, pero sí que he visto al médico.

-Estupendo, eso es que ya te estás recuperando. –le indico feliz.

-¿A dónde vamos? -me pregunta.

-A casa, papá.

Sonríe, respira aliviado y confirma:

-Sí. Vamos a casa.