Sentí que todo había acabado
entre tanto mi carne moría en la suya
y el deseo de un nosotros, solo supo a peligro.
Saboree lo salado del mar en cada beso.
Las caricias por doquier deambulaban sin sentido
y en el desequilibrio de un amor fúnebre
pareciera desquiciada y a la vez mujer.
Sentí la locura más cuerda prisionera de sus brazos
anclada a su cintura no hubo proa ni popa
y aquel puerto seguro
quedó sin amarras, al ocaso de un velero.
Hoy le he amado con temor, pero le he amado
rota como la última gota de sudor al caer en mi seno
el vientre sin prisa hubiera albergado más besos
y en el orgasmo azul de este amor de cristal
le hubiese seguido amando, incluso al saberlo lejos.
Hoy sentí que el tiempo me hablaba de amores prohibidos.
Me susurraba su nombre al compás de las manecillas del reloj
y al conteo regresivo de un abrazo
sentí las ganas de amarle, incluso con miedo.