Esta noche hecha instante es merecedora
de las memorias desperdiciadas.
Y este poema dedicado a la noche, será declamado por otro
que no soy yo,— os lo aseguro—, pues de otra manera
los extramuros que nos colindan quedarían
hechos leves escombros como los del muro
de Berlín.
Esta noche, repito: el muro que nos cerca
bien entrada la densa negrura será derruido por alguien
desconocido, lo único que puedo hacer, es
barrer para la que fue
mi casa la parte de ti, de ellos, de todos, junto a los
trozos de cemento y piedras, descuidados en el suelo.
Una vez dentro de la habitación, con todos esos pedazos al azar
haré un collage, solo unas manos habilidosas podría hacerlo,
[las mías aunque temblorosas por la ansiedad], han conseguido
darle la forma predeterminada en la mente, colores organizados,
cabellos, ojos sueltos…
…Sería un buen poeta si mis poemas me prestaran auxilio cuando
en mi peor momento pico piedras [como esos presos de las películas
vistiendo uniformes naranjas, acosados por un guardia masticando
un palillo bajo un sol abrasador].
Pero no lo hacen, quizá no sea poeta, quizá lo mejor sea descomponer
aquel collage y con esos aislados trozos de carne y roca,
volver a levantar el muro que nos distancia.