Toñi Alonso
Toñi Alonso

SECCIÓN: EL LEGADO DE LOS ABUELOS

Las largas conversaciones con mi abuela Rosa, despertaron desde mi infancia la curiosidad de identificar tantos primos que teníamos. En cada descripción o cuento que me hacía, ella hablaba de este parentesco, y les aseguro que eran muchas y diferentes personas a las que daba dicho calificativo. Para mí, todo el pueblo era mi familia, porque casi todos eran primos o hijos de primos de mi abuela Rosa.

Así fui dibujando mi árbol genealógico imaginario, y con los años lo plasmaba en folios o libretas.

Cuando acompañaba al rezo del Santo Rosario, en la Basílica de Candelaria, el trayecto desde la Calle de Santa Ana, en el barrio antiguo de Candelaria, hasta la plaza de la Patrona era toda una aventura. En cada puerta o ventana “a la fresca” mi abuela se detenía a conversar y de esas “conversas” estos cuentos de historia de vida de mis vecinos y parientes candelarieros.

Cuando mi abuela murió, dolió el corazón, pero volqué toda mi energía para que viviera siempre, no solo en mi pensamiento. Y de ese modo comencé en este maravilloso mundo de la Genealogía. En esa libreta de color rojo que hace unos años comencé a escribir y describir todo lo que averiguaba, aparecen los apellidos: Marrero, Rodríguez, Torres, Alonso, Sabina, González, Mejías, Duarte, Pérez, Gómez, Castellano, Delgado, Navarro,  Guerra,… todos estos apellidos combinados aparecen formando núcleos familiares que han hecho posible la Historia de Candelaria. 

En el tránsito maravilloso de la Historia Oral, que todos debemos dignificar, valorar y divulgar, he podido acercar la realidad de una época pasada, y traerla al presente como si la hubiese vivido yo. Les invito a recordar las historias y cuentos de los abuelos. En el pasado de nuestra familia está el presente de lo que vivimos, y nos ayuda a entender comportamientos, deseos, luchas y hasta los lunares que nuestros hijos tienen, que se parecen tanto a los que de chiquillos nosotros vimos en nuestros tíos o abuelos.

No hay descanso al descubrimiento, no hay apatía a la hora de querer saber de dónde y cómo vinimos a parar a este rincón del mundo que ahora ocupamos.

La abuela Fabiana

La abuela de mi abuela Rosa, se llamaba Fabiana. Nació en Arico, en Tenerife. Y viajó a Venezuela, donde nacieron sus tres hijos: Los Torres Castellano. Dos mujeres y un varón, que regresaron de jovencitos a Candelaria. Aquí se instalaron. La hija mayor, Francisca (Frasquita en algunos documentos), fue la madre de mi abuela Rosa. Su hermana Amalia quedó soltera y ayudó a la crianza de sus cuatro sobrinos, así como también a los hijos de su sobrina Rosa. En nuestra familia la llamamos “Amalia la vieja”, para diferenciarla de su sobrina “Amalita” que también soltera vivió Bajo El Paso, en la casa familiar que heredaron de Fabiana Pérez Gómez y Juan Pablo Torres Castellano aquellos que marcharon a Venezuela de emigrantes después de 1866, año en el cual se casaron en la Parroquia de Santa Ana en Candelaria. Su primogénita nació en Venezuela en 1878. No quiero imaginar cómo marcharon en esa época desde Tenerife y regresaron de nuevo en diez años aproximadamente. “Las Américas” no estaban tan cerca como la voluntad de prosperidad de sus corazones.

Desde siempre recuerdo que cuando alguien se equivocaba con mi nombre, me llamaban “Conchi” y yo de tanto oírlo me volvía y contestaba: “En alguna vida pasada me llamaba Inmaculada Concepción, porque todos se equivocan llamándome Conchi”.

Este círculo de errores con mi nombre de pila, se rompe una tarde fría lagunera en el Archivo Diocesano de San Cristóbal de La Laguna, cuando entre mis manos tenía el libro de bautismos de la Parroquia de San Juan Bautista de la Villa de Arico.

Buscaba con ansia, el bautismo de mi antepasada Fabiana. Lo encontré y sin poder evitarlo bajaron dos lágrimas de alegría y agradecimiento. En el documento eclesiástico ponía: “FABIANA MARÍA DE LA CONCEPCIÓN PÉREZ GÓMEZ, (Arico 20/01/1842), fue bautizada cristianamente el 24/01/1842 en la parroquia de San Juan Bautista, su madrina fue Mª Concepción González. Sus padres: Alejandro Pablo Pérez y Sebastiana Gómez”. Aquí estaba la única Concepción de mi árbol genealógico, después de construir más de 15 líneas anteriores, encontré la única Concepción.

Desde esa tarde, ya no se equivocan con mi nombre, ya no me llaman Conchi.

Cuando he ido a visitar Arico, siempre la recuerdo porque al conocer su historia de vida, este pueblo del Sur de Tenerife tiene otro significado en mi propia existencia, y la búsqueda de Fabiana me trajo a una amiga especial, y momentos compartidos únicos con otras investigadoras, que rellenan los rincones de mi alma con historia, sabiduría y emoción hacia los antepasados.

Si lo que has leído hasta aquí te ha podido interesar y gustar, te invito a indagar en tus raíces, emocionarte con los descubrimientos y recordar a tus abuelos. El legado que nuestros abuelos nos dejaron está ahí, solo hay que querer saber y aprender a buscar.