vaca
Yirelys-Dominguez-Ruiz
Yirelys Domínguez Ruiz

 

 

 

 

 

—Hola, soy Tina. ¡Ah pero no les he dicho lo más importante!; soy una gallina, ¡ Si! Una gallina, de esas que cacarean y ponen huevos. ¿ Qué de que color son mis huevos?  ¡Pues amarillos!

—Tina, ¿ cuántas veces te voy a decir que tus huevos son blancos? — le dice Tino.

—¡Ahora tú!,  otra vez con lo mismo, si yo digo que son amarillos, pues lo son.

—Bueno, si tú lo dices.  Esta ya se volvió loca —  dice susurrando Tino.

Ah, pero no les he presentado a Tino, hagamos algo, mejor que se presente él. Tino preséntate

—¡Hola hola, soy Tino pirulino, el gato más gatuno de todos los alrededores! Tengo bigotes largos y patitas blancas. Soy negro y el mejor amigo de esta gallina loca; y también sus espejuelos. Porque no crean que lo único que no ve es el color de sus huevos. ¡ Ah pero si yo les contará!

—¡Cuéntales Tino cuéntales!

—Tina, hecha pa' acá...

—¿Y ahora que quieres ?

—Este sol quiere que les cuente a nuestros amigos como fue que nos conocimos.

—¡Otra vez esa historia! —dijo Tina agitando la cresta— clo clo clo, clo ,clo .

—Resulta, que hace algún tiempo, por allá por el monte que está a la entrada de la ciudad se perdió una vaca. La pobre, yo la conocí. Era una vaca vieja y toda jorobada pero daba cerca de 30 litros de leche al día.

—¡Tino oooo! — réplica burlona la gallina Tina.

—Oye que si, que te lo digo yo.

—Tina, deja a Tino que continúe la historia.  Ay amigos está historia les va a encantar.

—Bueno… 40 litros de leche...

—¿Ahora son 40? — se ríe Tina.

—Sssssssss

—Ay chica los que sean, se perdió la vaca, si, se perdió. Se ha formado un clase despelote en todo aquel lugar. Los dueños enseguida llamaron a la policía, pero como a mí siempre me ha gustado eso de hacerme el Sherlock Holmes, me busqué a mi amigo Pirulay y lo convencí de ayudarme a encontrar a Sofía la vaca.

—Yo no me acuerdo de Pirulay.  ¿Quién es ese?

—El perro del sheriff, ¡ un perro policía! Pirulay se creía al igual que yo todo un detective, así que no me costó mucho convencerlo. Enseguida empezó a olfatear todo el lugar y yo...bueno yo le caía atrás. Mi olfato no es tan bueno; ¡Pero tengo una clase de vista!

—¡Un chismoso es lo tú eres!

—Pero Tina, no le digas eso a Tino

—Déjala, déjala, ella lo que esta es celosa.

—¿Celosa yo? ¿De quién? ¿De una vaca? — se ríe a carcajadas aventando sus alas.

—Bueno Tino, continua...

Si, mejor. Ahí estaba Pirulay oliendo hasta el trasero de las moscas cuando como si fuera un lobo ahuyó tan alto que hasta yo me asusté. Había encontrado un rastro de leche, y lo sé porque lo probé, y si, era la leche de Sofía. El rastro de la leche nos fue llevando cada vez más a lo profundo del bosque ¡Todavía me pregunto qué hacía ésta gallina loca en un lugar como ese!, pero bueno...lo que si les puedo decir es que Sofía llevaba la ubre tan llena de leche que la iba botando por todo el camino; ¡Esa fue la suerte!

Pirulay ya estaba cansado y con sed, así que nos detuvimos un momento a la orilla de un arroyo para tomar agua y limpiar mis bigotes, Pirulay se quedó dormido y yo decidí subir a los árboles en busca de comida. La verdad no soy muy buen cazador porque nací y crecí como mascota pero mis aires de gato salvaje se me venían encima, no se si por el hambre, o porque con esto de creerme Sherlock Holmes se me había abierto el apetito. Lo único que pude encontrar fue un nido de pájaro repleto de huevos pero el tomeguín aquel casi me saca los ojos cuando intenté poner mis garras sobre ellos. Nada, que tendré que seguir muerto de hambre, mi consuelo es encontrar al fin a Sofía y que me regale un poco de leche.

—¡Oye Pirulay despierta! Es hora de seguir andando

—¿Adónde?

—¿Cómo que a dónde? Tú todavía estás dormido ¡ Despierta! — le dije mientras le encajaba una de mis garras en sus pompis. Pirulay a metido un brinco que del tiro casi se faja con el tomeguin. Jajajaja

Seguimos andando, pero el bosque cada vez era más tupido y los árboles parecían rascacielos.

—¡Como los de París!

Mi amigo Watson y yo… digo; Pirulay; jajaja creo me he metido demasiado en el personaje, lo único que nos falta es una lupa y una buena pipa.  Pirulay seguía el rastro como todo buen policía, algunos pelos de Sofía fueron apareciendo por el camino, y las huellas de sus cascos se dibujaban en el fango. Entonces fue cuando escuché aquel grasnido o eso pensé que era. Había un parloteo enorme a pocos pasos de nosotros y como quien no quiere las cosas nos fuimos acercando sigilosamente mientras nos arrastrabamos por el suelo y corríamos de árbol en árbol para no ser vistos.

—Esto de jugar al detective se nos da muy bien; ¿ No creen?

—Era esta gallina loca que estaba hundiéndose en una arena movediza.

—¡Loco serás tú! — se molesta Tina cruzando sus alas y dando la espalda mientras levanta el rabo.

—No te me pongas bravita Tina, tú sabes que yo te quiero.

—Si si, eso dices ahora porque sino no tienes a nadie que te saque las pulgas.

—¡Yo no tengo pulgas!

—Jajaja ¿qué no?

—Bueno, bueno, continúe Tino, que me tienes aquí con mucha curiosidad y a nuestros amiguitos también.

— ¿No es verdad mis niños? ¡Ves! Dicen que si.  Aclara el sol.

—Pues si, ahí estaba Tina que se hundía y no se hundía ...que se hundía y no se hundía; claro como casi está ciega.... Pero lo mejor de todo no es eso. ¿ A que ustedes no saben quién estaba intentando sacarla de ahí

—¿Quién?

—¡Sofía!

—¿La vaca?

—Si chico la vaca, cual otra si no.

La pobre de Sofía tenía las patas de atrás hundidas hasta las rodillas y a Tina prendida de la cola, jalaba y jalaba y nada, además, resbalaba con la leche que no dejaba de salirse. Entonces se me encendió una chispa y muestras Pirulay se aferraba al trozo de soga que aún colgaba del cuello de Sofía para intentar ayudarla, yo puse manos a la obra. Hice como si me subiera las mangas cuando uno va a realizar una gran proeza, torci mis bigotes y me arrasqué la panza, Salí a todo correr pero yo me creía en cámara lenta hasta que al fin, todo estaba resuelto.

—Si claro, ahora resulta que el que me saco de la arena fuistes tú.

—Pues si, porque si yo no me hubiera tomado toda la leche que tenía Sofía, todavía estuviera resbalando allá y tú...bueno de ti de hablaríamos.

— ajaja— no pude aguantar la risa, yo esperaba otra cosa, te pasas Tino, jajaja.

—Ah pero usted también se ríe.

—No te molestes… mejor dime; ¿ Qué pasó con Sofía como la trajeron de regreso?

—Pues na' que después que yo salve el día y a esta gallina loca...nos montamos encima de ella como si fuéramos Sherlock Holmes, Watson y...y una gallina, jaja, montados en un corsel por las calles de París.

—Y allá vas tú otra vez con Paris; hombre que estabas en medio del monte.

—Pues si, ¿pero uno puede soñar o no?

—Claro Tino; Tina deja a Tino, mira, mañana te voy a traer una lupa y te voy a regalar un sombrero como el de Sherlock

—¿De verdad?

—Si claro, pero me tienes que prometer algo.

—Lo que tú quieras... — me dijo Tino dando brincos

—Que me vas a presentar a Sofía...oye yo tengo que conocer a la vaca de los 40 litros de leche.

—Bueno....

—Jajaja y tú te creíste el cuento del gato mentiroso este, jajajaja

—Oye que no es ningún cuento, tú no vez lo gordo que estoy, desde aquel día el granjero que era dueño de Sofía, me regala todos los días la leche que yo quiera, porque si no es por mi....

—¿Por tí? Jajaja, verdad que este gato no tiene remedio. ¡Ay Tino pirulino!

—¿Qué?

—¡Que par de locos estos, uno ciego y el otro comilón; pobre de Pirulay, tener que cargar con este par!

—Guau guau.... Sherlock, vamos que Sofía se perdió otra vez.

—¡Allá voy mi querido Watson!