Me permites compartir
mis momentos elegidos
sometiéndome
a tus encantos,
percibiendo las agitaciones
de tu espíritu
aunadas a las mías.
Me hechizaste
con tus hadas encantadas
y princesas
¡Soñados libros
de mi infancia!
Y en la adolescencia
cuando todo
me inquietaba,
me proporcionabas
la paz y sosiego
que necesitaba
llenándome de amor.
Te buscaba siempre
en mis momentos
alegres, tristes,
en tardes soleadas,
en la paz del silencio,
en inviernos fríos…
Cuántas veces, acurrucada
en mi cama, a solas,
me cobijaba en tus brazos
como dos amantes
en un hechizo
absoluto.
En cada instante de mi vida
hay porciones legadas de ti:
ideas, sueños,
ansias, experiencias…
que han ido avivando
mi existencia
y hoy me siento
parte de ti.
¡Amado libro!