Tengo palabras desnudas,
un verbo que me importa,
un designio que me arropa
en la mañana que despierta la memoria.
Encuentro diferencias en la inmediatez
de la penumbra,distinguiendo
lo oscuro de lo vacuo.
No intento conjeturar
el color del tiempo,
ni los misterios del trapecio
de los sueños.
Me basta sentir lo inmediato,
atrapar el aliento de la inspiración,
subirme al carro de fuego
de la sensibilidad infinita.
Quiero encontrar el último acuerdo
entre la razón y las emociones.
No repruebo un instante
ni descarto momentos de sombra.
La soledad me brinda soluciones
que la certeza ignora.
Asumo la responsabilidad que me asiste
en el eterno juego de la existencia.
Soy todo lo que me propongo
evitando caer en el desaliento,
la pasión desmedida o el arrebato.
Sigo el criterio del buen consejo
sin desoír la voz del desconcierto aunque me robe
la ternura del sosiego.
Soy un "yo desconsolado" que siembra amor en el prado de las dificultades para seguir viviendo.