Mi abuelo siempre tuvo un humor exquisito, además de ser muy coqueto. Estando ingresado en el hospital, le imploró permiso al médico para asistir a mi boda. El doctor no puedo resistirse ante su insistencia y le dejó acudir.
Allí, me pidió que le sacara una foto con toda la familia y que, cuando la tuviese impresa, se la llevase para verla.
Al entregársela no se la enseñó a las enfermeras, porque aseguraba que estaba tan guapo como un galán de cine y que se enamorarían perdidamente de él, por lo que le quitarían la fotografía. Reía a carcajadas mientras lo decía y me guiñaba el ojo.
Quería que guardara la imagen en mi casa, así siempre lo vería con su mejor traje.
Mi abuelo falleció dos días después de mostrarle la foto y tenía razón, todos lo recordamos como estaba ese día: vistiendo elegante, bromeando… Sabiendo que se despedía de nosotros, como dice la canción de Frank Sinatra; “A su manera”.