Tocó la madrina
con su linda estrella
los viejos andrajos
de una niña buena.
Al verse preciosa
sorprendida queda
pues bellos colores
brillan y destellan.
Saltó de alegría
como loca ella
al ver sus zapatos
que de charol eran.
Un bosque encantado
apareció ante ella
con flores violetas
camino sin piedras.
El olor que desprendía
la fragancia aquella
la envolvió de pronto
dejando su huella.
Con todo este encanto
se encontró tan bella
que hasta los pajarillos
corearon con ella