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Isa Hdez.
Isa Hernández

 

 

 

dia-de-la-mujer

 

En silencio y como si apagaras las luces de la calle,

madrugas y sales con presteza al trabajo sin mirar atrás,

con prisas y acallando todas las voces y miradas,

cada día la primera en llegar al puesto laboral.

 

Luchas como una jabata para atravesar ese muro frío,

con las manos gastadas de dar brillo a la madera,

y los ojos caídos por el sueño en las noches de insomnio,

tras jornadas interminables de dar sonrisas, caricias y paz.

 

Llueve en tu alma, pero dejas las ropa seca y planchada,

y todos los quehaceres al punto antes de partir,

para que todo se mueva como si no marcharas del hogar,

tal si fueras una de tantas otras que luchan a la par.

 

Tu entereza y apresto constante te causa sinsabores,

tal si tuvieras que demostrar ser la mejor otra vez,

y lloras en el silencio de tus palabras mudas,

como si el desahogo abriera el pecho para gritar y respirar.

 

Cuentas el tiempo como si se pudiera contar,

abres todas las puertas para que nada quede cegado,

te cohíbes para que cesen los llantos y suenen las risas,

y consigues propagar la luz, la concordia y tranquilidad.

 

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