Nunca estarás sola con un libro cerca. Él es mi mejor amigo y compañero de viaje en mis diferentes estancias o fechas del calendario de la vida. ¡¡Quien lee un libro se siente libre!!
Es la olla donde se cuecen los mejores manjares. Es sosiego. Es la llave para llegar al pozo de la sabiduría.
A solas, me acompaña, me invita a soñar, a vivir vidas diferentes a la mía. Me enseña a catalogar capítulos que representan circunstancias inéditas que nunca imaginé. Tiene diferentes cortinajes para entreabrir otros escenarios donde, como en el teatro, se cierra cuando se acaba la función, aunque en circunstancias prefieras seguir adentrándote en sus raíces. Se para el reloj cuando enhebras letras, cincelas pensamientos, y engarzando palabras descubres cuánto da de sí la lectura.
Permite despertar sentimientos, y desde la empatía compartir añoranzas de otros, sus quereres, su modo de pensar, y zurciendo letras y manejando renglones das sentido a la vida, a través de la palabra.
Es un instrumento vital. Al margen de la visión de la portada, majestuosa o humilde, su porte o su diseño, la diferencia está en el secreto que cada cual descubre in situ. Guardan un tesoro, para que, ese niño que todos llevamos dentro lo descubra, apenas comienza a desgranar las letras.
En los pasillos de las librerías se acumulan salpicados de diversidad, y los títulos nos contagian de intriga, emoción y sed de lectura.
A mí todos me atraen, me conquistan. Quiero volverme gaviota para sobrevolar las estanterías y llevarme, al socaire del viento, cualquiera de ellos para, sobre las olas, soñar y beber cultura.
Hoy confieso que me he enamorado sin darme cuenta. Quizás porque estamos celebrando el Dia del Libro. Recapacito, hasta me emociono porque esa grandiosidad es etérea, y las festividades tienen un sentido cuando día a día dan rienda suelta a la imaginación, invitándonos a leer en busca del más grande de los amigos: ¡¡EL LIBRO!!