Mi infancia lejana,
mi adolescencia perdida,
mi vida adulta en blanco,
mi vejez
ausente
y
prematura.
El final parece macilento
envuelto en un cristal
opaco y roto,
reflejándose en pedazos
lo que parece mi existencia.
Los bolígrafos, en mi memoria,
yacen sin tinta.
Mis labios despiertan deshidratados
y, en el silencio de la angustia,
gritan.
-La claridad de la demencia
me ha consumido-.