Tania Ramos
Tania Ramos Morales

  De amar mucho tienes la palabra que persuade, la mirada que vence …
    De amar mucho dejas amor en torno tuyo y, el que cerca pasa y se huele el  perfume en el pecho, viene a creer que tiene la rosa dentro....
                                                                  Dulce María Loynaz.
                                                                        “Poemas en prosa, I.”
                                                                                                                                                                                                                   …2

-¡Ya llegó! ¡Pero...si es una vieja!-gritaba a voz en cuello Pepe, el Duro.

-¿Y qué pensabas?... ¡Qué chasco!-le contestaba, Juan.

 -¡Allá los que se hicieron ilusiones...!-decía otro.

…Eran las exclamaciones que se oían desde las celdas.

     Iba a cumplir un año en aquella prisión. Un grave error  me condujo  hasta allí. Compartía mi vida desde entonces con psicópatas, drogadictos, homicidas...

    Mis días devenían  suplicio en aquel lugar. Mi compañero de celda no me dejaba dormir... Las noches eran interminables, no paraba de hablar. Su rostro, a pesar de tener siempre una sonrisa, era inexpresivo. Esto me producía infinita lástima. La esquizofrenia, la droga habían hecho estragos en aquel cuerpo tan joven. Por momentos, intentaba acercarme y decirle algo, al menos tratar que ese día fuera menos devastador en aquel hueco de sombras.

     Al primero que conocí fue a Pepe, el Duro. Si existe la negación del ser humano, ese era él. Drogadicto crónico había perdido muchos valores humanos. No respetaba a las mujeres. Allí no perdía ocasión de mostrarle el sexo a las funcionarias, además de gritarles cualquier género de atrocidades. Aunque muchos se le unían en aquel espectáculo tan deprimente.  La que más sufría era Bernarda, funcionaria que nos traía los libros. Le gritaban de todo: ¡Puta!, ¡Cochina!...Algunos al pasar frente a su celda la escupían…Me preguntaba: ¿Por qué harán eso? ¡Están enfermos!...

  Se seguían escuchando las exclamaciones:

-¡Yo no voy a ningún Taller! Lo último que nos faltaba: ¡una vieja!... ¡Ya verás los sermones, que si esto que si aquello!-seguía diciendo Pepe, el  Duro.

     Oía aquellas quejas y trataba de contenerme. ¿Acaso no se daban cuenta de que era para nuestra superación? ¿No comprendían que la llegada de ella a nuestras vidas era 

 como una brizna de aliento en aquel hueco de sombras? 

     Me consolaba de solo pensar que ahora la tendríamos a ella y así llegarían retazos de la vida que habíamos dejado afuera. Nos conectaría con la sociedad.

    Se trataba de la voluntaria de la Cruz Roja que nos impartiría Talleres de Lectura e Informática. Es verdad que una chica joven traería problemas en aquel mundo... Mejor así. Me preguntaba: ¿Acaso solo la juventud era símbolo de vida, de alegría? Además la vejez representa sabiduría, experiencia. No imaginaba en aquel instante el alcance tangible de mis pensamientos.
    Las presentaciones fueron en el aula. Delgada, canosa, de aspecto sufrido con una humildad que se salía por los poros; pero con una energía y carácter que muchos hombres quisieran tener.

    Desde el inicio mostró un interés especial por Juan, mi compañero de celda. Se notaba que le preocupaba mucho la enfermedad de él; pero con mucha paciencia logró ganárselo, ayudándolo a recobrar su autoestima.

    Su forma de ser y tratarnos nos fue atrapando... las fuerzas de sus convicciones nos arrastraba. Sacaba de nosotros lo mejor y esto nos hacía crecer como seres humanos...Hasta las miradas apagadas de algunos con ella desaparecían.

    Además de enseñarnos nos incitaba a reflexionar: 

-No le tengan miedos a los errores porque no son cadenas que se arrastran sino experiencias que nos crecen ante la vida... lo importante es no correr el riesgo de perder la esencia humana…y los sentimientos, estos que son el arte de la vida... 

    Sus palabras surcaban esperanzas e iban cerrando poquito a poco las puertas de nuestros desaciertos…

 

 Sin embargo, siempre hay notas discordantes. Pepe, el Duro era implacable con ella cuando le rectificaba algo. 

-¿Sabe lo que pasa?-le decía - ¡Que Ud. no tiene problemas...Usted viene aquí a liberar soledades!

    Trataba de reducirla, minimizarla…Sin embargo, ella callaba y sonreía; pero con su mirada lo vencía.

…¡Mira que decir eso! Su rabia contenida desde no se sabía cuando ni porque estallaba ahora sobre ella. Tanto desvelo...tanta ternura y sin embargo, la mayoría no agradecía ni reparaba en sus esfuerzos, en aquella entrega total sin esperar nada...Nos traía noticias alentadoras de los insertados. Yo me preguntaba: ¿Llegaría a mí ese momento?

     Algunos decían que además de buena conducta había que tener contactos, dinero. Con el tiempo comprendí que algo de verdad había en ello...No obstante, me concedía el derecho de ilusionarme con una inserción, esto me ayudaría a mi crecimiento personal…Reflexionaba: ¿Acaso había tenido que llegar a aquella prisión para confrontarme a mí mismo y encontrarme?

    Avanzábamos sobre todo en informática. De repente, una noche, Juan originó una riña entre varios internos. Como otras tantas veces fue confinado al módulo de aislamiento. Esta vez lo condujeron arrastras. A los pocos días cuando llegaba a la celda me decía: ¡Tío, me parece que he salido del infierno! Me preocupaba este chico. Le habían suspendido de repente la medicación. Esto no me gustó. Había oído decir que esto era fatal en estos casos. A partir de aquel suceso, empeoró…

    Para desgracia nuestra, Juan explotaría durante un Taller .Desde hacía días se mostraba más agresivo que de costumbre. Esa tarde  en un arrebato le clavaba un lápiz en la mano

a la Voluntaria.  Apenas si pudimos reaccionar .El grito de dolor nos conmocionó a todos. Recuerdo haber sentido  una confusión tan grande como si alguien me hubiera estado golpeando la cara. Luego comprendía que eran golpes de dolor e impotencia. La suspensión repentina del tratamiento en Juan había colapsado en tragedia. ¿Quién era el responsable? Nunca se supo. Días más tarde, Juan moría por sobredosis. Era evidente: No había seguridad en aquel lugar.

     Aquella fue la última vez que la vimos. Quedaron atrás los días de esperanza,
de aliento... Las tardes eran interminables, parecíamos sombras. Lloraba su ausencia. Había sido un golpe de vida en aquel lugar. 

   Al tiempo, obtuve mi libertad. Mi vida dio un vuelco. Sus reflexiones y enseñanzas me habían fortalecido.

    Muchos mantuvimos la comunicación. Y así fue como me enteré de la muerte de nuestra guía.

...Habían pasado ya cuatro años desde aquel día en que la Voluntaria había llegado a nuestro mundo haciendo que nuestras tinieblas  murieran con su luz.
  Ahora estábamos allí depositando una rosa roja, sus preferidas como dijera en aquella ocasión cuando leíamos "El Ruiseñor y la rosa" de un tal Whitman... no, Wilde, si, Óscar Wilde.
  De pronto, en aquel silencio solemne, una rosa blanca. La depositaba Pepe, el Duro. El más rebelde se unía a nosotros en su recuerdo, ¿cómo olvidar aquella inmensa mujer?

 En la lápida se leía:

   Quiero ir allí donde la realidad encuentre la esperanza, el amor llene soledades, una sonrisa devuelva voluntades, el perdón retorne la esencia de ser, donde el consuelo 

mitigue la tristeza.
En mi interior, un  juramento frente aquellas palabras:

…Por cada error cometido devolver acierto a los momentos que un día compartiste en nuestras sombras donde sanabas nuestras marcas sin heridas.