Javier-Merida
Javier Mérida

 

 

 

 

TERSA

Saberme de tu piel el tacto primigenio;

el cuero antiguo del antílope.
Sacar de la piedra
el color de tu caverna,

pintar el mito que volverá

en la estación fría a calcarse

sobre la pared curva de tus manos,

suaves como el aire caliente

que fragua en tinta

este poema palpitante.

Pulpa rugosa de la carne lamiéndote el nervio,

como el sílice, penetrante,

deshaciéndote en gotas que colman tu oscuridad con sal.

Imitarte en el ritmo de tu pubis,

ritual que invoca la saliva,

derramar estrellas

sobre tu grupa salvaje, húmeda.

Tersa tu temblorosa quietud

sobre mi vientre.

Tierno espasmo en tus rodillas.

Ahora duermes.

Caes hacia mí

con la mansa pubertad

que te ha nacido entre nosotros.

De Ritos personales, 2016. (Inédito)

 

EL AMOR DE UN POETA ES PELIGROSO. Entraña vérselas con criaturas cinceladas de bronce en las profundidades del miedo. Criaturas nacidas de la roca, de las canteras del sueño inerte, portando antorchas que se apagan al mínimo tacto de la fría oscuridad. El poeta teme su amor, porque le es frágil, le es membrana leve que al cambio del ritmo del tambor resulta quebradizo. El amor del poeta es siempre pasto de la niñez; es inocente, espontáneo, lejano al pacto que destierra las heridas de antemano. Es un amor que no cicatriza con facilidad, que a menudo no termina de cerrarse. El amor de un poeta es peligroso porque le consume hasta la unidad mínima del desencanto; porque viene siempre bajo una gabardina revestido de misterios. El amor del poeta, luego de hacerse humano, prende en los bosques, remueve las mareas, llueve torrencial hasta inundar la cavidad indefensa de las manos, desborda ríos, arrasa pueblos. Canta bronco y triunfal sobre el acantilado, agitando en su danza sus entrañas de niño mientras los buitres le rondan. El amor del poeta es tan puro como el deseo primigenio de amanecer que cada noche gesta en el vientre del olvido. Resiste fuertemente el embate del silencio; padece una coraza quebrantada. El amor del poeta es peligroso; no así el del hombre. El amor del hombre es fácilmente visible desde lejos. El poeta ama cerca de las zarzas, se atreve al vuelo, aun sin alas. El amor del poeta cabe en una sola sílaba. El del hombre precisa de interminables bibliotecas.

De Tabarca, 2016. Inédito.

BIOGRAFÍA LITERARIA: 

Nacido en S/C de Tenerife el 6 de enero de 1977. Desde el año 1997 viene participando en proyectos literarios y artísticos de índole diversa: recitales de poesía, colaboración en revistas y suplementos literarios: (Revista Musicalia y Suplemento Literario de El Día “De las Artes y Nuevas Letras Canarias” al cuidado de Roberto García de Mesa).

Autor del prólogo de Presencia invisible de Denkô Mesa (Ediciones Idea, 2008) y del epílogo de Traduciendo a Mnemósine 1998-2002 de David Guijosa Aeberhard (Ediciones Idea, 2007)

Ha colaborado activamente en el Café Literario del Café Café (1998-2001)

Miembro del colectivo de artistas Potaje Producciones (desde 2004)

Colaboración en la organización de las Noches Literarias del Café Teatro Siete, La Laguna.

Invitado al Congreso de Jóvenes Escritores y Escritoras de Canarias a cargo de la fundación IDECO, año 2009.