—Hola, soy Tina. ¡Ah pero no les he dicho lo más importante!; soy una gallina, ¡ Si! Una gallina, de esas que cacarean y ponen huevos. ¿ Qué de que color son mis huevos? ¡Pues amarillos!
—Tina, ¿ cuántas veces te voy a decir que tus huevos son blancos? — le dice Tino.
—¡Ahora tú!, otra vez con lo mismo, si yo digo que son amarillos, pues lo son.
—Bueno, si tú lo dices. Esta ya se volvió loca — dice susurrando Tino.