Al abrir el poemario Voces de mujer las palabras vienen a nuestro encuentro, y de fondo, suena un coro con sus armonías y disonancias. La propia poeta anuncia, al comienzo, que la voz de todas habita en ella.
Déjame contarte los pétalos de este amor sombrío,
sembrar las heridas que dejan sus espinas
y sobre los tallos mientras cae la lluvia
desabotonar las rosas que nacen de tus labios.
Enteramente de acuerdo con Antonio Gamoneda cuando dice que la poesía no se explica, su realidad sólo la nombran sus propias palabras. Claro que, la realidad que uno atisba en la lectura de un poemario, puede que no siempre se corresponda con aquello que la poeta quiso reflejar. Este es uno de los regalos que nos ofrece la poesía.
Duelen...
tu espalda helada, tu fría nuca, tus gélidos ojos que ya no me miran nunca.
La rigidez de tus hombros, para mí tu indiferencia absoluta, el glaciar del desamor
y la muerte que barruntas.
La voz poética que comenzamos a conocer en Brújula Verde, primer poemario de Ana Tejera, ha tomado cuerpo y echa raíces en Alas de Maresía, resultado de un proceso de maduración, del persistente trabajo y de la pasión por seguir construyendo, indagando, transitando este territorio tan lleno de códices, misterio y belleza