El 6 de diciembre se celebra el día de La Constitución Española de 1978, cumple 46 años. Entró en vigor el 29 de diciembre de 1978, día que fue publicada en el B.O.E.
Y en su Preámbulo, que exponen los motivos que impulsan la norma y los objetivos que con ella se pretende alcanzar, decía y dice: “La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de: Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. Consolidar un Estado de derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida. Establecer una sociedad democrática avanzada, y Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.”
Es pura excelencia los motivos y los objetivos. Siento liberación y GRACIAS con mayúsculas. Porque somos ciudadanos conquistados. Unos antes, otros después. Educados todos desde el MIEDO que la historia arrastra, de culturas y religiones ancestrales. Fundamentadas en la incultura y la dominación. Miedo a ser diferentes, a la muerte, a las autoridades, a perder el poder. Nos enseñaron el respeto, pero desde el silencio y la sumisión. No nos enseñaron el amor desde la igualdad, desde la diversidad, la libertad y el respeto al yo y al tú, y a nuestro planeta.
Los partidos políticos, todos con sus ideologías, los crean las personas y dichas personas con sus actitudes, palabras y acciones, gestionan las políticas, elaboran las leyes para que las sociedades avancen en pro del ser humano y siempre primando dicha Constitución (es mi deseo). ¡Felicidades, Ley de Leyes!
Por ello y después de casi 46 años, podría ser una asignatura básica de esta Democracia. Así, el niño se formará en adulto, conociendo los derechos y deberes como personas que integran una sociedad, responsables de sí mismos, de sus actos y consecuencias. Libres de culpas y de hacer culpables a otros. Y sería honorable, centrarse en Ella, crear las enmiendas y leyes que garanticen la excelencia existencial del Preámbulo. Con políticas que protejan a todos y al planeta para avanzar como ciudadanos, todos, del siglo XXI. Y como dijo el filósofo Jeremy Bentham, garantizar “la mayor felicidad para el mayor número de personas”.