Ana Guacimara
Ana Guacimara Hernández Martín

Hilos que están, hilos que comienzan, hilos que se han roto: reflexión sobre la transformación en Las hilanderas de Velázquez

Diciembre, cuyo nombre proviene del latín decem (diez), fue originalmente el décimo mes del calendario romano. Asociado al final de los ciclos, invita a reflexionar sobre la transformación y el progreso, conceptos que encuentro profundamente ligados a Las hilanderas de Velázquez (1655-1660).

Este cuadro, inspirado en la fábula de Aracne, muestra el enfrentamiento entre la mortal y la diosa Atenea, que compiten en el arte de la tapicería. En el fondo, Velázquez las representa conversando, aludiendo a la audacia de Aracne al desafiar a los dioses con su habilidad. La obra refleja el poder transformador del arte y, a la vez, “esa tensión que surge entre el talento humano y lo que se contempla, en ocasiones, como divino”.

Considerada una de las obras más complejas del pintor, Las hilanderas desplaza la acción principal al fondo, vinculando el proceso de hilar con la creación artística y el progreso técnico. Pero, ¿dónde queda la escena más simple y cotidiana? Y aquí me detengo, porque cada año hilamos nuestra vida con quienes nos rodean. Algunos hilos permanecen, otros se suman y algunos se rompen por el daño que nos han causado. Pero seguimos caminando. Seguimos hacia adelante.

Los hilos que formamos con las personas y las experiencias de nuestra vida son esenciales. Cada hilo representa una conexión: un encuentro diferente y especial, una amistad profunda, un amor que nos marca o una familia que perdura a pesar de todo. Un hilo puede ser frágil, fuerte o incluso invisible, pero está ahí, entrelazándose con otros, creando una red compleja que nos sostiene, nos impulsa y nos define. El acto de hilar simboliza no solo la creación, sino también la resiliencia y la continuidad. Aunque algunos hilos se desgasten o se rompan, siempre tenemos la posibilidad de hilar nuevos, de tejer nuevas historias, de transformar lo que parecía un final en un nuevo comienzo…

Pero cada uno de ellos, aunque se rompa, existirá en la memoria.

Velázquez, con su maestría, transforma este tapiz en un espejo de la narrativa principal: lo que ocurre en el primer plano es el esfuerzo constante y cotidiano de hilar, mientras que en el fondo vemos el producto terminado, la historia tejida, el legado de nuestras acciones. Este contraste entre el presente y el resultado final nos invita a reflexionar sobre cómo cada pequeño esfuerzo, cada conexión que tejemos, contribuye al gran tapiz de nuestra vida.

Las hilanderas no solo reflexiona sobre la nobleza de la pintura, sino que, como diciembre, simboliza el cierre de un ciclo y la promesa de evolución necesaria para seguir viviendo. Es una de las composiciones más enigmáticas de Velázquez, llena de alusiones mitológicas, históricas y artísticas que invitan a la reflexión.

Este cuadro me fascina; tiene muchas lecturas…

Como cierre, lanzo mi pregunta al aire:

El castigo de Aracne, convertida en araña para tejer eternamente, ¿es una humillación o una transformación que celebra la capacidad de tejer, no solo arte, sino también la vida, una y otra vez?

Feliz diciembre y comienzo de enero de 2025 a todos y a todas.