Casualmente, escuché esta preciosa canción que habla de una forma tierna de la vida que lleva la mujer en tierras africanas desde su niñez, caracterizada por su falta de libertad.
¿Cómo es posible que una canción tan bella haya despertado en mí la necesidad de reflexionar sobre la terrible desigualdad de las mujeres en determinados lugares del mundo?
Así lo siento y lo expreso, poniéndome en la situación más extrema de esta ausencia de libertad.
Nació libre. Luz, amor, aire, sol, luna, mar, arena… Y no lo sabía.
Pero poco a poco su propia sombra la iría abrazando… Y no lo sabía.
Solo por ser mujer, fue entrando en un mundo oscuro, de la mano de sus padres, que le conducían a la cárcel de tela que hoy la encierra. Solo un rayo de luz a través de la ventana de sus ojos, única rendija que le abre al mundo exterior. Las palabras, derechos e igualdad no existen para ella ni para las de su sexo.
Pero la desigualdad no se limita a su relación física con el exterior. Junto con esta situación, se le niega todo aquello que le pueda hacer florecer su pensamiento y capacidad de decidir. Esto hace que se convierta en mero juguete de los que le rodean.
Todas las puertas que le harían entrar con total libertad en su mundo cercano se le cierran y, como un bonsái al que le van podando sus ramas para conseguir un modelo estético a gusto de su jardinero, se le va esculpiendo su mente y su alma con ancestrales cinceles culturales y religiosos.
Quizás en este mundo nuevo, más abierto y plural, sea posible que alguien le regale o tal vez preste alguna llave que le permita abrir las puertas que la mantienen prisionera y decidir sobre su destino y el de sus compañeras de camino y sus propios hijos.
¡Cuántas llaves nos abren y cierran la vida, llevándonos por caminos que trazan de un modo distinto nuestros destinos!
Así, hay llaves de papel que, como pájaros en cuyas alas dibujadas de sueños de otros, aprendemos a soñar nuestra propia trayectoria vital y quizás en algún momento hacerla realidad.
Llaves de sentimientos que bloquean a otros sentimientos, como, por ejemplo, llaves de odio que cierran las puertas al amor.
Otras llaves, las de la envidia, mantienen el cerrojo a la propia libertad, dando paso a la angustia y a tantos sentimientos que detienen nuestro paso.
La llave maestra de la educación que abre a un mundo en el que nuestro pensamiento poco a poco se amplía y enriquece y nos va convirtiendo en personas con juicio propio.
Por todo ello, doy gracias a la vida que me permitió ser poseedora de todos aquellos instrumentos que me dieron la posibilidad de decidir libremente.
Así pues, Sulema, Kadira, Noor, Nour… En tus manos está el cambio. Educa y regala a tus hijos todo aquello que les conduzca a un mundo en el que puedan decidir libremente en igualdad.
Esta preciosa canción fue compuesta por Manuel González Ortega, fundador en 1978 del grupo Mestisay junto con un grupo de gente interesada en la música popular canaria.
Desde el año 1986 entró a formar parte como solista de este grupo la cantante Olga Cerpa, pasando posteriormente este grupo a denominarse Olga Cerpa& Mestisay. Ella interpretó Sulema en un concierto celebrado con motivo de los 25 años de creación del grupo siendo recogido en directo en un álbum denominado “Toda una vida”. 25 años en el año 2005.
Pueden encontrar esta canción en Youtube sin dificultad.