El ojo del chico vio crecer la poesía
hasta convertirse en viento.
Su ojo se agrandó de tal manera que
creció, creció y creció
ocupando toda su cara
porque la poesía es
difícil delimitarla
y cuanto más la lees y te metes
en ella, más llegas a amarla.
Es tan profunda y tiene tanto peso
que llena nuestro cerebro
y nuestra alma.
Por eso, es mejor,
verla volar y ...
OBSERVARLA
© Cele Díaz
EN LOS BRACITOS DE MI HIJO
Atornilla flautas, grita, come, corre,
desconoce el miedo, la inocencia le puede,
todo lo ve hermoso en su mundo color rosa;
osado se enfrenta a peligros ignotos,
reparte amor en cada sonrisa,
mi ángel divino de alas blancas
corre hacia mí, se sube a mi pecho,
sus tiernos bracitos abrazan mi alma,
mi niño, mi héroe de heroicas batallas,
cada día espero tu dulce llamada.
© Edel Vicente González
A MI ABUELA
Dejaste tus joyas y tus recetas para cocinar.
Últimamente me hallo envuelto por las nubes de tu ausencia.
Dejaste en mí infinitos recuerdos de lo que juntos compartimos.
Dejaste tu dulzura que me contagiaste con gran hermosura.
Dejaste tu sabiduría que es la que me guía en mi vida.
Dejaste en mí hondo vacío,
pero una inmensa huella de amor que en mi espíritu permanece cada día.
© Juan Pedro
VERSOS PERDIDOS
A la luz de la vela, cielo, lentamente deslizo la tuerca escondida en tu libro.
Como si naufragara en sus páginas, adivinando los versos perdidos,
que una mañana cualquiera desliza entre suspiros.
Tuerca escondida que caes, pensamientos remotos y olvido.
A la luz de la vela cielo, sostengo abierto tu libro.
© Lali García