Juan Francisco Santana Domínguez

Cada anochecer y cada amanecer, en la ausencia y en la presencia de la Luz que me guía, me cuestiono la razón de las razones, el sentirme vivo y ser libre pensador que casi todo lo cuestiona, sin ambages, meditando y reflexionando sobre lo que escucho y leo, sobre lo que mi mente piensa y mi razonamiento decide, libremente; un pulso racional que desea vencer el amén que aborrega, el así sea que doblega, la negación meditada de las gracias a  seres inexistentes en mi conciencia y la total aceptación de mi libre razonamiento, que no pensamiento castrante. 

Me siento el Estoico que besa en los labios al amante que duerme con Justicia, el que flirtea con la Verdad razonada, el que crece con el Esfuerzo que empodera y el Saber que vence al letargo surgido de la Comodidad que esclaviza... sí, así me siento desde aquel prístino momento en que en la jaula no quedaron aves encerradas, volando junto a ellas hasta la Isla en la que se encontraban todas las respuestas.