Recuerdo muy bien esa tarde del año 1975, cuando mi padre me llevó al famoso cine Greco, de Santa Cruz, para ver una película. No sabía exactamente cuál era, él quería que fuera una sorpresa. Pero no había duda de que era un gran estreno, ya que cuando llegamos a las puertas, las largas colas hacían presagiar que se trataba de una película muy especial. Y así era, se trataba ni más ni menos de la proyección de la famosa película Tiburón, que este año 2025 está cumpliendo exactamente 50 años de su estreno mundial.
Casi no conseguimos entradas, pero al final, cuando entré y vi los grandes carteles en el pasillo, mi pequeño cuerpo sintió un gran escalofrío. Aquel gran tiburón de descomunales dientes subiendo hacia la superficie en busca de la chica que nadaba tranquilamente, me hizo temblar sin ni siquiera haber visto la película. Y no andaba desencaminada, desde el inicio hasta el final. No recuerdo las veces que tapé mis ojos, ni la cantidad de gritos que emití durante las dos horas que duró.
Para mí fue una experiencia brutal, tenía once años y aquello fue el inicio de una pesadilla que no solo se produjo durante varias noches, sino que se prolongó en el tiempo, cuando llegado el verano, empezamos a ir a la playa. Con lo que me gusta a mí nadar y solo recordar las imágenes de la película, cualquier sombra rara me hacía volver a la orilla, buscando refugio de algo que solo existía en mi imaginación.
Con los años y las secuelas posteriores a la película, mi miedo se fue reduciendo, pero tengo que admitir, que todavía hoy, cuando nado y percibo alguna sombra extraña en la profundidad del mar, me acuerdo de mi amigo, el tiburón blanco y sus grandes fauces abiertas en busca de un nuevo bocado.
Como la mayoría de las películas, está se basó en un libro, en concreto, en la novela Tiburón del escritor Peter Benchley, que escribió el libro tras leer un artículo sobre la captura de un enorme tiburón en 1964, por el pescador Mark Mundus. Después de haber trabajado sobre varios guiones y recurrir a varios guionistas de la época, el director, Steven Spielberg, comenzó el rodaje el 2 de mayo de 1974 en la isla de Martha Vineyard, en Massachusetts.
Básicamente y en pocas palabras el guion gira en torno al pueblo costero de Amity Island, que en plena festividad del 4 de julio es visitado por un gran escualo, el cual se enfrenta en sus ataques a un jefe de policía, Brody, a un biólogo que acude al pueblo para estudiarlo y al capitán del barco llamado Orca, los cuales unen sus destinos para cazar al tiburón que amenaza la tranquilidad de sus playas.
Para recrear las escenas más impactantes, se construyeron tres réplicas de tiburones a tamaño real, un tiburón tipo trineo acuático sin vientre que era arrastrado por un cable de cien metros y dos tiburones sobre plataforma, uno que se movía de izquierda a derecha de la cámara. Pero como todas máquinas no dejaron de dar problemas durante la grabación, debido a que se averiaban demasiado a menudo por diversas circunstancias, como el mal tiempo, el agua salada que se introducía por las mangueras neumáticas, su estructura se fracturaba debido a la presión del agua y su falsa piel de cobertura se corroía. Todo eso provocó que el rodaje se prolongara más tiempo del estimado.
También se filmaron tomas de tiburones reales en aguas de Australia, durante las cuales un auténtico gran blanco atacó el barco y la jaula vacía, con lo que consiguieron unas imágenes impresionantes que Spielberg incorporó, posteriormente, al filme.
Como toda buena película, no podía tener una mejor banda sonora, compuesta por John Williams y que le valió un Óscar. Para su creación, trabajó con una simple alternancia de dos notas musicales, interpretadas a la tuba, y que se ha convertido en una pieza clásica de música de suspense y que lo catapultó como compositor cinematográfico.
Y como buen producto comercial, generó el mayor conjunto de artículos asociados de cualquier película hasta esa fecha, lo que incluía el álbum de la banda sonora, camisetas, vasos de plástico, un libro sobre la filmación de la película, la novela en que se basaba, toallas de playa, mantas, disfraces y muñecos de tiburón, juegos, carteles, pijamas, pistolas de agua, collares de dientes de tiburón y un largo etc.
Fue tal el éxito, que generó tres secuelas directas, pero ninguna logró alcanzar en fama a la matriz de todas ellas.
A mi entender, esta película marcó a toda una generación, y con el tiempo se ha mantenido viva en los espectadores que todos los años la vuelven a ver o la conocen por primera vez a través de las plataformas televisivas.
Por eso en sus cincuenta cumpleaños he querido recordarla en mis memorias con historia, y darle el sentido homenaje que se merece, al ser reconocida como una de las obras de arte más impactantes que ha dado el mundo del cine.
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