Carlos Castilla
Carlos Castilla Gutiérrez

Las pirámides son consideradas una de las maravillas del mundo antiguo, siendo siempre objeto de admiración y fuente de misterio. Desde el método empleado en su construcción hasta su finalidad, un debate eterno produce cada año nuevas teorías e interpretaciones que intentan encontrar las respuestas definitivas. Sin embargo, la ciencia oficial, inmutable, parece tener una explicación para todo y no acepta de buen grado que se cuestionen sus verdades establecidas. Las dos principales son la localización de las pirámides en el mundo y, en segundo lugar, su razón de ser, el fin para el que fueron construidas. En el primer caso, solo se reconoce la existencia de pirámides en dos zonas del mundo: Egipto y Mesoamérica. La otra verdad se refiere a su función: tumbas. A estas dos principales añadiríamos el método de construcción, sin demasiados misterios para estos científicos ortodoxos, que hablan de arquitectos avanzados y una miríada de esclavos como mano de obra. Pero hay demasiadas cosas que no encajan; es momento de revisar la historia antigua de la humanidad. Cada vez más, estas verdades intocables son cuestionadas de forma incómoda para el poder académico.

La primera cuestión es que verdaderamente hay pirámides por casi todo el planeta, desde China a Estados Unidos, pasando por Europa y, por supuesto, Canarias. Efectivamente, hablemos de historia reciente para revisar la historia antigua. A principios de los años 90, el investigador canario Emiliano Bethencourt, descendiente del mismo Bethencourt Afonso, famoso historiador canario, autor entre otras obras de “La Historia del Pueblo Guanche”, sacó a la luz por primera vez las pirámides canarias en Güímar, Tenerife: Las pirámides de Chacona. Este descubrimiento atrajo a uno de los científicos aventureros más famosos del siglo XX, Thor Heyerdahl, conocido por su aventura de la Kon Tiki. Su pasión fue tal que consiguió que se protegieran las pirámides, amenazadas de destrucción por la fiebre del ladrillo, quedándose en Tenerife por el resto de sus días. Este investigador sostenía que había descubierto el nexo entre Egipto y Mesoamérica, donde, al igual que  en Tenerife,  había culto al sol, pirámides y momificación. También era favorable a la hipótesis de la existencia de la Atlántida. Rápidamente, ante el interés mediático generado, la ciencia se apresuró a investigar con unas extrañas excavaciones en las pirámides que, por razones desconocidas, se detuvieron bruscamente. Su conclusión, alineada con la tradición académica, fue negar su valor arqueológico. Finalmente, se catalogaron solo como un bien etnológico al atribuirles un uso agrícola. La simple contemplación visual de las pirámides basta para desmontar esta ridícula explicación, pues aunque de menor tamaño, parecen una copia de las de México. Si seguimos en Tenerife, las espectaculares pirámides de Icod, una de ellas pentagonal, o las increíbles pirámides de La Palma, donde podemos destacar las de Los Cancajos o El Paso, verdaderas obras de ingeniería, volvemos a cuestionar la versión oficial del establishment científico. También tenemos, en menor cantidad, pirámides en Gran Canaria y Lanzarote. Estas pirámides canarias son muy conocidas fuera de las islas mientras se ignoran localmente, lo que las pone en peligro, como ocurrió con la tristemente desaparecida pirámide de La Mancha en Icod de los vinos, destruida para hacer una rotonda en los años 90.

Podemos encontrar los primeros libros serios sobre las pirámides en el caso del austriaco Harald Braem con “El mensaje de las pirámides” de 1994, donde el autor vincula claramente la construcción de las pirámides con los guanches, abriendo la puerta al misterio de este pueblo originario o el libro “Las Pirámides de Canarias y el Valle Sagrado de Güímar”, de 1996, donde participó el propio Emiliano Bethencourt y donde podemos encontrar datos reveladores como la cita de un documento de 1511 : “En el camino que va de Chacayca a Chogo en el lugar de Chacona donde están las piedras ajuntadas ende los guanches hacían sus oráculos”. Sin embargo, el empuje definitivo a la nueva versión universal de las pirámides tendrá que esperar casi veinte años con la aparición de un nuevo científico valiente y aventurero, el bosnio Sam Osmanagich, descubridor de la pirámide más grande del mundo hasta el momento situada en el conjunto piramidal de Visoko en Bosnia. Sus investigaciones por todo el mundo le llevan, entre otras cosas, a publicar el libro definitivo: “Las pirámides del mundo y las pirámides perdidas de Bosnia”, de 2013, donde demuestra la existencia de pirámides por todo el planeta, especialmente en torno al  paralelo 30 y que incluye, por supuesto, a las pirámides canarias. También cuestiona el uso aceptado como verdad eterna de las pirámides como tumbas, con investigaciones en torno a la función energética de las mismas y resultados asombrosos. Este autor sobre la historia y destrucción de las pirámides americanas y canarias plantea que “los españoles no construyeron  nunca pirámides en ningún sitio,  y de hecho siempre destruyeron las pirámides independientemente de donde se hallaran (…) y finalmente, este fue el caso también de las Islas Canarias, donde demolieron las ciudades de piedra, los templos y las pirámides del pueblo guanche. Para justificarse históricamente, ahora afirman que aquí solo vivían tribus primitivas, en lugar de pueblos constructores de pirámides, con capacidad de crear”. El mismo autor concluye con un mensaje esperanzador: “El control de la información arqueológica por parte de grupos de élite ha llegado a su fin. Hay en la actualidad demasiados exploradores independientes con la mente abierta, dispuestos a utilizar métodos modernos de datación mediante pruebas satélite, de georradar, térmicas y geofísicas, como para que el engaño continúe. La puerta al nuevo mundo está abierta.”

Precisamente, en el momento en que se escriben estas líneas ha salido la información de unas estructuras gigantes descubiertas por estos métodos modernos debajo mismo de las pirámides de Giza. Todo apunta a una gran civilización o cultura madre universal desconocida que podría explicar todos estos misterios de la historia de la humanidad y quién sabe si estamos acercándonos a resolver otro enigma, el de la misma Atlántida. Pronto lo sabremos.

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