Ana Hardisson
Ana Hardisson

Los sistemas de educación, hasta el presente, no se han ocupado de la formación sentimental de los sujetos masculinos y femeninos. Quiero reflexionar sobre la importancia que tiene este aspecto en la formación global de las personas y la influencia beneficiosa que supone para la igualdad entre las personas de distinto sexo y para prevenir los malos tratos a las mujeres.

Esta área de educación tiene dos vertientes fundamentales: Por una parte, se refiere a la interrelación entre los sujetos masculinos y femeninos; Y, por otra parte, hace referencia a la ética de los cuidados. Ambos aspectos deben integrarse en la programación de la educación sentimental igualitaria.

Empezaré por abordar el primer aspecto: las relaciones interpersonales. Esta área debe iniciarse desde el jardín de infancia y abarcar toda la formación del alumnado hasta la Universidad.

Para el desarrollo de la educación igualitaria es fundamental que el trato entre niñas y niños sea igual, cosa que ya propone la coeducación. Es decir, que desarrolle las mismas capacidades. Para ello hay que cambiar los implícitos y símbolos de esta cultura patriarcal que presenta a los sujetos masculinos dotados de fuerza, inteligencia, destreza y determinación para poder resolver los problemas y tomar decisiones encaminadas a la acción y la protección. Mientras que los sujetos femeninos son mostrados como seres débiles, sensibles, pasivos, sumisos, dependientes y emocionales, que consideran que el amor es su verdadera misión en la visa, y que sienten que los problemas los resolverá el sujeto masculino.

Para deshacer estos estereotipos y roles de género asignados a cada sexo, es necesaria esta educación igualitaria. También sería importante que estos estereotipos y prejuicios que aparecen en la cultura: literatura, cine, TV, series, canciones, revistas, publicidad, etc. fueran igualitarios, pero eso sobrepasa los límites de la educación reglada. Por eso es relevante enfocarnos en la educación, en la coeducación.

Esta reflexión no pasa de ser un boceto. Un intento de poner el tema de la educación igualitaria en el debate.

Para este proyecto propongo que, en una primera fase, se utilicen juegos, dibujos animados, cuentos, etc., en los que se resalte que los niños y las niñas pueden realizar los mismos juegos y las mismas tareas. Que ambos pueden ser fuertes y vulnerables. Que las niñas pueden ser decididas y los niños pueden ser frágiles, y al revés.

En un segundo momento, en la educación primaria, ya se pueden analizar cuentos tradicionales resaltando el sesgo machista e insistiendo en las capacidades igualitarias de ambos sexos. Así como, hacer debates y juegos de rol, encaminados a la comprensión y aceptación de la igualdad entre los sexos.

En la educación secundaria, se deben analizar textos de literatura para resaltar los aspectos ideológicos que refuerzan los valores desiguales entre sujetos femeninos y masculinos. Asimismo, se pueden analizar los ejemplos de los manuales de las distintas materias para desmontar los posibles sesgos machistas. Y se pueden hacer juegos de rol en los que se invierta el orden tradicional, masculino y femenino.

En Bachillerato ya se debe abordar una historia de las desigualdades que han sufrido los sujetos de ambos sexos a lo largo del tiempo. Y se puede estudiar la historia del feminismo como movimiento que ha luchado desde el siglo XVII hasta nuestros días por la igualdad entre los sexos. Sin olvidar los debates, lecturas comentadas, visión y comentario de películas, etc.

En todo este recorrido educativo, desde la infancia hasta el bachillerato, hay que insistir en la necesidad de respeto mutuo en las relaciones afectivas y sexuales. El alumnado no solo debe entender que la desigualdad es una injusticia, sino que debe sentirlo y aceptarlo. El amor no da derecho de propiedad, querer no significa poseer. Es muy importante que entiendan y que sientan que no se puede obligar a nadie a hacer nada que no quiera hacer. Es imprescindible que comprendan y acepten que la privacidad es sagrada, que no tienen derecho de espiarse, ni de mirar el móvil de su pareja, ni de controlarla en ningún sentido. Una relación amorosa sana debe desarrollar un respeto total por la independencia de su pareja. Para conseguir este objetivo hay que elaborar nuevas metodologías. Además de hacer debates, lecturas y películas comentadas, juegos de rol, etc.

En la etapa universitaria se puede revisar si en las distintas carreras existe el sesgo de sexo. Y si en cada asignatura se desarrolla una visión igualitaria o no.

Para que este proyecto sea posible, es necesario formar a todo el profesorado de todas las etapas de formación en Teoría Feminista, y elaborar material audiovisual, preparar textos, etc. En conclusión: En este proyecto está todo por hacer.

Ya sé que no es fácil, y sé que es un tema novedoso, nunca se ha intentado. Pero me parece que sería muy interesante para tener una sociedad éticamente más sana y para prevenir los malos tratos y los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas. La comprensión y el sentimiento profundos del derecho de las mujeres a su propia vida, de la obligación de respetar su intimidad y su independencia, evitarían muchos asesinatos y malos tratos.

La política de prevención del maltrato apoyada solamente en la formación de policías, fiscales y jueces, aunque necesaria, me parece insuficiente porque no va a la raíz del problema, que es la educación no igualitaria. Desde la infancia se transmiten los valores sexistas, y se hace creer a los sujetos masculinos que tienen el deber y el derecho de ser los responsables del mantenimiento de la familia, de destacar, de ser fuertes, etc. Y eso les da la falsa creencia de ser los dueños de sus parejas.

Vayamos ahora a la segunda parte de esta reflexión, a la Ética de los cuidados.

La ética del cuidado trata de hacer comprender que, el ser humano es vulnerable por naturaleza y que no puede sobrevivir sin los cuidados de otros. Por lo tanto, se produce un deber moral respecto al cuidado de los seres más vulnerables: la infancia, las personas enfermas, las personas dependientes y los ancianos y ancianas.

Tradicionalmente, la sociedad patriarcal ha asignado esos cuidados a las mujeres, siguiendo la ideología patriarcal y machista que afirma que por naturaleza las mujeres tienden al sentimiento de compasión, a la ternura, etc., y los hombres no. Esto es falso. Todo ser humano tiene la capacidad de sentir compasión y solidaridad, y, en consecuencia, de poder cuidar a los seres vulnerables.

La sociedad tradicional patriarcal, como hemos dicho, repartía los papeles sociales de las personas según su sexo. A los hombres les asignaba el trabajo fuera de casa, la organización social, la política, la cultura, etc. Todas las actividades y tareas que suponen inteligencia, capacidad de mando y creatividad. Mientras que a las mujeres se les asignaba el trabajo doméstico y las tareas de cuidado.

Con la lucha del movimiento feminista se logró la participación de las mujeres en la sociedad, desde la educación hasta el acceso al trabajo y a la participación en la actividad política. Toda vez que las mujeres, en la sociedad contemporánea, han desmontado esa visión patriarcal y han demostrado que están capacitadas para ejercer las mismas tareas que los hombres en todos los ámbitos, es una anomalía y una injusticia que los cuidados sigan siendo desarrollados en una inmensa mayoría por las mujeres.

Los seres humanos no pueden sobrevivir sin los cuidados. La capacidad de solidaridad y compasión que inducen a la acción del cuidado, es una capacidad humana innata, común a los dos sexos. Si, tradicionalmente, se ha adjudicado al sexo

Femenino, es por la falsa creencia patriarcal de que los cuidados corresponden a las mujeres, por considerarlas inferiores e incapaces de llevar a cabo los mismos trabajos que los hombres. Pero como hemos dicho, en nuestra sociedad ya hace tiempo que las mujeres realizan todo tipo de trabajos. Sin embargo, no ha cambiado la ideología patriarcal que sustenta dicha creencia.

Por todo esto, es importante que este tema se incluya en la educación sentimental igualitaria. Debe quedar claro que hombres y mujeres tienen el mismo deber, el mismo derecho y la misma capacidad de cuidar y ser cuidados.

Ya sé que todavía estamos muy lejos de conseguir esta igualdad y que, de momento, es una utopía. Pero confío en que, si se empieza a hablar del tema y a reflexionar sobre estas cosas, cada vez estaremos más cerca de conseguirlo.

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