Tania Ramos
Tania Ramos Morales

«...La vida es la eterna lucha de muchosy pequeños contra los grandes y pocos». Sergio Hanque. Mar Atlante.


Estaba Tycho, el huyuyo, ese mañana dándose un chapuzón en la Laguna. Nenúfar lo contemplaba sonriente. Sí, porque Tycho le gustaba mucho el agua.

El día se prometía alegre. El Sol del monte cubano ya calentaba, invitaba  al paseo.

Las mariposas Greta y su amiga la Avellaneda también aprovechaban el sol, tendidas en una roca cerca de la laguna. Observaban a Tycho que, en ese momento, sacudía su hermoso moño. Era justo reconocer que los Huyuyos son, de los patos genuinamente cubanos, los más bellos.

 En ese instante, Greta le preguntó a Avellaneda:

-¿Qué te parece si invitamos a Tycho a dar un paseo?

-¡Me parece genial!

-Sí, porque Greta aprovechaba todos los momentos para hacerle compañía a Tycho y distraerlo, ya que el huyuyo se había quedado bastante triste después de que unos cazadores sin escrúpulos dieran muerte con varios disparos a su compañera Nuca.

-Vamos, acerquémonos-indicó Avellaneda.

-Tycho- dijo Greta- Avellaneda y yo te invitamos a un paseo.

-¿A dónde?-contestó Tycho.

-¿Qué te parece si vamos a la cueva del manglar?- comentó Greta.

-¡ Vamos! -contestó Tycho resuelto.

Nenúfar que siempre estaba al pendiente de Tucho, lanzó como siempre su consejo: -Tengan cuidado. He visto acercarse a la Laguna un hombre al que  llaman Ñico y a su ahijado Guacho y no sé si andarán de caza.

-No te preocupes por él, nosotros no le importamos,  solo piensa en las Lechuzas.

Estaban todavía cerca de la Laguna cuando escucharon unos gritos que oían en todo el bosque. Se detuvieron. Tycho le preguntó asustado a Greta: -¿Y eso qué es?

-Son los gritos del Búho cubano Sijú Cotunto. Seguro que le están atacando los pájaros diurnos. Sólo espero que Zunzún no esté entre ellos- contestó Greta.

Ehhhh!, ¿y eso por qué? -exclamó Tycho intrigado.

-Lo que pasa, Tycho, es que  Sijú Cotunto solo sale de su guarida de noche, pero si se duerme y lo sorprende el día como no ve bien, los pájaros,  le atacan despiadadamente y sólo se defiente así ,como tú lo oyes,dando gritos-explicó Greta a Tycho.

- Pues vamos en su ayuda-exclamó valientemente Tycho.

Pero, de repente, cuando atravesaban un claro del monte, pudieron percibir una sombra que daba vuelta encima de sus cabezas, era nada más y nada menos que Gavilán del monte que ya los había visto y estaba dando vueltas.

Aunque un poco más que Tycho, Gavilán del Monte era vigoroso,  sus alas eran grandes y robustas;  su pico fuerte. Era de temer. Nuestros amigos sabían que en ese momento todos corrían peligro.

El primero en hablar fue Tycho: -No puedo levantar vuelo me vería enseguida.

-Corramos hacia la yana. Allí no se atreverá,  y si se atreve, quedará enganchado en las espinas del matorral- respondió Avellaneda.

-¿Y nosotros qué? -preguntó Tycho – Al igual  estamos amenazados porque del mismo modo podemos quedar enredados entre las espinas.

Greta intervino: -Vamos, hay que buscar rápido un escondite. ¡Mira, mira como alza el vuelo!

Lo hace igual que el Aura  Tiñosa.-Señaló Avellaneda.

-¡Ahhhh! - respondió  Tycho- Lo hace con para  localizar bien a sus víctimas para atraparlas. Tendremos que tranquilizarnos, habrá que esperar a que llegue la noche. Mientras tanto vamos a ver qué se nos ocurre. -Tycho se lamentaba: -Por culpa de él, no pudimos ir en ayuda de Sijú Cotunto.

Cerca de allí,  oyendo toda la conversación estaba Guareao, como siempre buscaba caracoles para comer. La zancuda ave prefería caminar, que volar. De hecho, no era buena voladora. Nuestros amigos que la habían visto, habían decidido pedirle ayuda. Greta voló a donde ella, y le explicó lo que sucedía.

Guareao respondió: -Soy muy grande a mí no me hará nada pero ustedes si corren peligro, hay que pensar... Mientras tanto…, yo sé de un cedro cerca de aquí: será un buen escondite; ¡vamos!

Solamente cuando nuestros amigos estuvieron a buen resguardo Guareao se decidió a buscar ayuda.

Fue entonces cuando se encontró con Conejo. Guareao le explicó lo que sucedía, a lo cual Conejo contestó-

-Mira, tú sabes que soy rápido, además doy saltos. Es poco probable que Gavilán del monte me pueda atrapar. Continuamos buscando ayuda.

Se cruzaron con  Paloma Perdiz. Le contaron lo que sucedía.

-¡Ya lo tengo!- exclamó-Y los ojos le brillaron. -Avisaremos a la Codorniz- Se me ocurre una idea.

Cuando la encontraron, le comentaron lo que le ocurría a Tycho y sus amigos. Nuestros amigos eran muy queridos en el monte por lo que la Codorniz no dudó un momento en sumarse y colaborar. Solícita respondió: -Cuenten conmigo, pero, de verdad no se me ocurre como podré ayudarla.

Paloma Perdiz   fue la  que habló:

-Tenemos una idea; pero la victoria depende solamente de ti. Deberás tener mucha sangre fría. Fíjate bien, haremos una Cabuya y la amarraremos a una de tus patitas. Como Gavilán conoce el monte sabe que ante su presencia te aterrorizas y te quedas inmóvil; entonces, cuando emprenda el vuelo en picado para apresarte, calcularemos el momento y te halaremos hacia el bosque.

-Yo no entro al bosque -reclamó la codorniz.

-Lo tendrás que hacer por esta vez.

La  Codorniz convencida contestó: -Está bien, está bien-y continuó-¿y qué haremos después?

-Hablaremos con los zorzales…

Todo estaba preparado. El plan resultó. Cuando Gavilán del Monte se le venía encima a la indefensa Codorniz, nuestros amigos halaron la Cabuya y el Gavilán del Monte picó tierra.

Y en un dos por tres una bandada de zorzales lo rodeó y le cayeron a picotazos, pero como  es un ave muy fuerte logró escapar .Remontó vuelo y no se volvió a ver.

Dando saltos y brincos de alegría por la victoria obtenida, todos supieron apreciar en un instante que la amistad está en quien la muestra  no en quien la pregona.

Esta vez la humilde codorniz había salvado con su valentía a nuestros amigos.

Después de esto, Tycho y sus amigos fueron a visitar a Sijú Cotunto y comprobaron felices, que se encontraba bien. Con sus gritos había espantado a los zorzales. Él también se había salvado.

Ilustraciones de Catalina Herrera Coello

Si te gustó este cuento y quieres leer el anterior, pincha aquí https://www.actecanarias.es/es/node/1417.

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