Ana Nayra
Ana Nayra Gorrín Navarro

En abril florecen los árboles y también, si nos damos permiso, nuestras ganas de vivir más despacio. Mientras las redes sociales nos bombardean con contenidos que duran segundos y los algoritmos nos exigen atención constante, la literatura —esa vieja amiga— nos susurra al oído una propuesta radical: parar. Sentarnos. Leer. Cocinar algo con calma. Dejar que el tiempo vuelva a ser nuestro.

El 23 de abril celebramos el Día del Libro, pero… ¿Cuántos libros leemos de verdad con atención plena? ¿Cuántos ratos nos regalamos sin mirar el móvil cada cinco minutos? La lectura exige tiempo, paciencia y cierto silencio interior. Pero a cambio, nos regala mundos, preguntas y respuestas. Y eso no tiene precio.

Este abril propongo una rebelión suave: la del tiempo lento. Volver a lo analógico. A leer por placer, sin prisas. A preparar una tarta sin preocuparse por la foto que se subirá después a Instagram. A mirar cómo caen las hojas nuevas de los árboles o cómo se derrite el azúcar en el café.

Quizás suene ingenuo, pero en tiempos de hiperconexión, parar es un acto político. Leer una novela entera, cocinar sin microondas, compartir un postre casero con alguien sin pantallas delante… Todo eso es resistencia.

📚 Tres lecturas que invitan a parar

🟣 El infinito en un junco, de Irene Vallejo.

Un viaje precioso por la historia del libro, que nos recuerda por qué la palabra escrita nos hizo humanos. Leerlo es como tener una conversación pausada con alguien sabio y amable.

🟢 Walden, de Henry David Thoreau.

Una defensa radical de la vida simple, el contacto con la naturaleza y la reflexión personal. Una lectura que invita al recogimiento y al cuestionamiento del modo de vida actual.

🔵 Elogio de la lentitud, de Carl Honoré.

Para quienes necesitan argumentos sólidos sobre por qué vivir más despacio no solo es posible, sino urgente. Un manifiesto contra la cultura de la velocidad.

🍋 Y para acompañar… una tarta de yogur y limón (sin horno). Receta familiar.

Porque leer también se disfruta más si hay algo rico en la mesa, aquí va una receta fácil, fresca y sin complicaciones. Ideal para primavera.

Ingredientes:

200 g de galletas tipo María.

100 g de mantequilla derretida.

500 g de yogur natural (mejor si es griego).

Zumo y ralladura de 2 limones.

100 g de azúcar.

6 hojas de gelatina neutra (o 1 sobre de gelatina en polvo).

Hojitas de menta y más ralladura de limón para decorar.

Preparación:

Tritura las galletas y mézclalas con la mantequilla. Forra la base de un molde desmontable con esta mezcla y presiona bien. Mételo en la nevera mientras preparas el resto.

Hidrata la gelatina en agua fría (o sigue las instrucciones del sobre si es en polvo).

Mezcla el yogur con el azúcar, el zumo y la ralladura de los limones.

Calienta un poco de esta mezcla y disuelve en ella la gelatina. Luego, incorpórala al resto y remueve bien.

Vierte todo sobre la base de galleta y deja enfriar en la nevera al menos 4 horas. Decora con ralladura de limón y menta fresca. ¡Y a disfrutar!

 Conclusión: el placer no se compra, se cultiva

En abril, la primavera nos lo pone fácil. Solo hace falta escucharnos un poco y reconectar con aquello que nos da paz: una buena lectura, una receta sencilla, un rato sin pantallas. No hace falta más.

El tiempo lento no es tiempo perdido, sino tiempo ganado. ¿Te atreves a probar?

Link al artículo de la revista de marzo: https://www.actecanarias.es/es/node/1379

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