Desde hace algún tiempo, son muchas las personas que han mostrado interés por mejorar su vestimenta, por ampliar sus conocimientos, incluso por impartir talleres, clases, seminarios y formaciones varias donde se conciencie a la ciudadanía del gran legado de atuendos que poseemos, llegando incluso a realizar algunas muestras reales de las vestimentas en cuestión.
Siendo objetivos, estas iniciativas son extraordinarias, pero cuando se hacen con rigor, conocimiento y, sobre todo, mostrando la vestimenta que está documentada y no los apaños “atuenderos” que se están viendo. Quizás, esto se haga con muy buena intención, pero las intenciones no son válidas cuando se trata de exponer y portar vestimentas tradicionales de nuestras islas
En ocasiones, se nos olvida que las vestimentas hay que hacerlas con las materias primas que llevan, con las hechuras correspondientes y, que cualquier persona que sepa coser, no quiere decir que esté capacitada para ejecutar proyectos de nuestra vestimenta tradicional.
Cabe resaltar que cada persona es un mundo, por tanto, las hechuras son personalizadas con lujo de detalles personales, donde se ve la destreza de la modista o el modista, si esto se adereza con las materias primas adecuadas y, la documentación técnica necesaria, es muy probable que estemos bien vestidos y podamos presumir de los atuendos.
Muchas son las fotos que figuran por las redes en los últimos meses, después de la pandemia. Dos años sin subir a las tablas ha dado tiempo a que la gente se haga muchos “modelitos” nuevos para lucir en la infinidad de actuaciones por doquier que hay, cosa esta que está muy bien. Siendo objetivos, sin querer hacer una crítica gratuita, en las imágenes se ve que los materiales no son los más adecuados, verdaderas chapuzas en cuanto a hechuras se refieren, aportaciones y añadidos del que hace la vestimenta, mantillas cortadas sin los cánones marcados y un largo etc.
Todo lo anteriormente expuesto, bajo mi punto de vista, es muy preocupante, pero lo más que me preocupa es que nos metamos a ser entendidos de la vestimenta de otras islas, a las cuales ni representamos, pero mucho menos, nos vestimos con rigor y con calidad. Con “tres trapitos”, intentamos representar las vestimentas de las 8 islas canarias.
Cierto es que muchos tejidos y hechuras son similares de una isla a otra, pero los detalles no, ahí es cuando verdaderamente se ve la falta de rigor y seriedad, causa esta bastante común. Si queremos hacer cosas que nos quedan algo grandes, y digo grandes, porque para poder tener vestimentas con rigor y calidad, hay que tener muchos euros, por todos es sabido que las ropas hechas artesanalmente cuesta muchos euros. Esto no quiere decir que sean caras, lo que quiere decir es que son ropas que no todo el mundo se puede permitir y mucho menos está obligado a tener, hecho este que no nos da cierto libertinaje para que podamos hacer potajes modisticos tradicionales, llenos de protagonismos y aportaciones personales, y escasos de identidad y tradición.
Desde hace años, vengo diciendo que el hecho de cambiarte el sombrero, el tocado, la montera o el gorro por el de una isla en concreto, no quiere decir que estemos vestidos de esa isla. Como bien dije anteriormente, que los tejidos y algunos colores sean similares, no quiere decir que sean válidos los modelitos que se portan por algunas personas o colectivos, porque ciertamente son verdaderas atrocidades si es vista por alguien que conoce la vestimenta y analiza el modelito en cuestión.
En otro orden de cosas, pero sin cambiar el hilo de lo expuesto, las ropas de hábito no son propiamente dichas de Canarias, son ropas llegadas desde península que hemos adaptado a nuestra línea de vestimenta, respetando los colores del Santo o Virgen que representa y, añadiendo el sombrero de la isla que queramos. Una vez dicho esto, si además caemos en la cuenta de que esta ropa es por una promesa que alguien ha hecho por una cuestión personal, las cuales generalmente eran por enfermedades, maguas y penas, no es muy lógico que todos los que tenían promesas y portaban ropas de hábito, se reunieran en comunidad para tocar, cantar y bailar.
En resumen, que todos tengamos interés en aprender sobre la vestimenta tradicional de nuestras islas es un hecho de elogiar y aplaudir, pero se debe hacer con rigor, conocimiento y formación. Hay muchas personas que se creen entendidas de la materia, lamentablemente pocas son las personas que son entendidas de la materia en cuestión en nuestro archipiélago. Hace falta más formación, menos formadores formados en YouTube y redes sociales.
Lamentablemente, la vestimenta se ha convertido en un postureo del que la porta y en una competición a ver quién o quiénes tienen más cantidad de atuendos. Bajo mi punto de vista, hace falta menos cantidad de vestimenta y más calidad en las mismas, ya no solo en la hechura, sino en los materiales para la elaboración de las mismas y rigor etnográfico y técnico. Las aportaciones personales, creencias y conclusiones de los eruditos sin formación, conocimiento y cargados de atrevimiento le están haciendo un flaco favor a nuestras vestimentas.
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