En el mes de febrero hay una fecha señalada en el almanaque: San Valentín, o como lo han transformado, la comercialización del amor de pareja. Mientras que en muchas partes del mundo se celebra el amor en todas sus formas —entre amigos, familiares, e incluso el amor propio— en España se ha reducido mayormente a un día para las parejas. Esto lo convierte en una festividad no inclusiva y, a todas luces, irritante para muchas personas.
El marketing agresivo que rodea el 14 de febrero ha desvirtuado por completo el verdadero sentido de este día. Es lo mismo que ocurre con las Navidades: nos olvidamos de lo que realmente importa. En lugar de comprar regalos, ¿por qué no expresar lo que sentimos con gestos más personales, como una carta escrita a mano, una flor del color favorito de esa persona, o cocinar su receta preferida? El amor genuino trasciende lo material.
Además, esta presión que ejerce el marketing sobre las personas —especialmente sobre quienes no pueden permitirse gastar dinero en regalos o quienes, por infortunio, no tienen pareja— puede tener un efecto negativo, causando ansiedad, depresión y una tristeza profunda. ¿Acaso el amor debe celebrarse solo un día al año? El amor verdadero se cultiva y se celebra todos los días, mediante pequeños actos cotidianos que no tienen nada que ver con el consumismo.
En todo caso, nunca entenderé por qué las marcas no aprovechan este día para celebrar el amor en todas sus formas: el de amigos/as, el de padres e hijos/as, el de la familia… ¿Por qué esta exclusividad para el amor de pareja en San Valentín? De hecho, los anuncios de este día tienden a mostrar una visión irreal del amor, llena de cenas lujosas, regalos caros y una imagen de "relación perfecta". Este idealismo no hace más que distorsionar lo que realmente importa en una relación sana: el respeto, la comunicación y el apoyo mutuo.
Libros y novelas que abordan el verdadero sentido del amor sano:
"Los hombres que no amaban a las mujeres" de Stieg Larsson: Aunque es más una novela de suspense, toca temas sobre relaciones tóxicas y destructivas. Habla de la importancia de la confianza y la integridad en las relaciones humanas, y cómo el amor sano implica respeto y aceptación.
"Come, reza, ama" de Elizabeth Gilbert: Una reflexión sobre el viaje de autodescubrimiento de una mujer después de una ruptura, que aborda temas como el amor propio y la importancia de sanar antes de buscar una nueva relación. Es una obra que cuestiona el amor romántico idealizado y propone un enfoque más saludable y equilibrado.
"El arte de amar" de Erich Fromm: Un clásico de la psicología, que profundiza en el concepto del amor maduro y consciente. Fromm considera que el amor no es algo que simplemente ocurre, sino una habilidad que se debe aprender y cultivar. Una obra que desafía las representaciones superficiales y comerciales del amor.
"El amor en los tiempos del cólera" de Gabriel García Márquez: Aunque se enmarca en una historia de amor romántico, la novela muestra cómo el amor verdadero implica paciencia, sacrificio y perseverancia. A lo largo de la historia se ilustra la evolución de una relación, lo que resalta la importancia de la madurez emocional y la comprensión mutua en una pareja.
"La magia del orden" de Marie Kondo: Aunque no es un libro sobre el amor en el sentido clásico, trata sobre el amor propio y la relación con los objetos y las personas. Enseña a dejar ir lo que no aporta felicidad y a priorizar lo que realmente tiene valor, una metáfora útil para entender que el amor auténtico también se basa en lo que realmente importa.
"La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera: Esta novela es un clásico sobre el amor, la libertad y las relaciones humanas. Aunque gira en torno a una relación romántica, muestra cómo los personajes exploran diferentes formas de amor y de conexión, desde lo romántico hasta lo filosófico, lo carnal y lo existencial. La obra cuestiona las convenciones tradicionales sobre el amor exclusivo y refleja cómo cada individuo puede tener diferentes formas de amar, sin estar limitado a un único modelo.
"La amiga estupenda" (y toda la serie “Napolitana”) de Elena Ferrante: Esta serie explora la relación profunda y compleja entre dos mujeres, Elena y Lila, en el contexto de la vida en Nápoles. Aunque la novela incluye varias historias de amor romántico, pone énfasis en la amistad femenina, un amor que no depende de la exclusividad ni de las convenciones románticas. La serie examina cómo las mujeres se apoyan mutuamente, se enfrentan a sus propios desafíos y siguen creciendo juntas a lo largo de los años. El vínculo entre Elena y Lila demuestra que el amor verdadero también puede ser platónico y se construye sobre la base del respeto y la lealtad.
Estas novelas exploran cómo el amor puede ser multifacético y no se limita a lo romántico o exclusivo. En ellas se muestra que el verdadero amor es amplio y tiene diversas manifestaciones, todas igualmente válidas.
"El amor no debe ser un lazo que nos ate a la pasión, sino una virtud que nos impulse a la sabiduría y al equilibrio." Hipatia de Alejandría.
Tarta de fresas fácil
Receta de Trinidad Navarro Díaz (mi madre)
Ingredientes:
Para la base:
200 g de galletas Digestive o galletas de tu elección (también puedes usar galletas de chocolate si prefieres un toque diferente)
100 g de mantequilla derretida
Para la crema:
250 g de queso crema (tipo Philadelphia o similar)
200 ml de nata para montar (crema de leche con alto contenido graso)
100 g de azúcar
1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)
Para la cobertura:
300 g de fresas frescas
2 cucharadas de azúcar (opcional, según el dulzor de las fresas)
1 cucharada de mermelada de fresa (para dar brillo)
Instrucciones:
Preparar la base:
Tritura las galletas en una batidora o colócalas en una bolsa de plástico y machácalas con un rodillo hasta que estén bien trituradas.
Derrite la mantequilla en un recipiente apto para microondas o a fuego lento en un cazo.
Mezcla las galletas trituradas con la mantequilla derretida hasta que obtengas una masa homogénea.
Vierte esta mezcla en el fondo de un molde desmontable (preferiblemente de unos 22-24 cm de diámetro) y aplánala bien con el dorso de una cuchara para que quede compacta.
Refrigera la base en la nevera mientras preparas el resto de la tarta (al menos 30 minutos).
Preparar la crema:
En un bol grande, bate el queso crema con el azúcar hasta que quede suave y bien mezclado.
Añade la nata para montar y la esencia de vainilla (si decides usarla) y bate nuevamente hasta que la mezcla esté bien integrada y tenga una textura cremosa y suave.
Si quieres una crema más firme, puedes añadir un poco de gelatina en polvo (disuelta en agua caliente) siguiendo las instrucciones del paquete.
Montar la tarta:
Vierte la crema sobre la base de galleta que has dejado enfriar en la nevera. Extiende bien con una espátula para que quede uniforme.
Refrigera la tarta durante al menos 2-3 horas para que la crema se asiente y tome cuerpo.
Preparar la cobertura de fresas:
Lava las fresas, quítales las hojas y córtalas en láminas o en trozos pequeños, según prefieras.
Coloca las fresas sobre la crema de la tarta, decorando de la forma que más te guste.
Si deseas un toque extra de brillo, calienta ligeramente la mermelada de fresa en un microondas o en un cazo y pincela las fresas con ella.
Servir:
Deja la tarta en la nevera hasta el momento de servir. Puedes decorarla con más fresas o con un poco de menta fresca si lo deseas.
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