Cuando se escribe poesía, según Roland Barthes lo que hace el autor es colocarse frente al espejo para saber, exactamente quien es. Siempre entendemos la poesía desde dentro, porque en definitiva, como decía Borges la poesía es expresión. Esta dualidad representa las líneas por donde el autor traza su camino. Hay palabras que están justo debajo de la piel, pero hay otras, sin duda, que nos llegan desde los sentidos, desde fuera. La vida y sus entresijos conforman una visión estática de lo que se convierte después, en poesía. La existencia es el trasfondo de todo.
De manera natural, existir ya es la primera tragedia a la que el ser humano se enfrenta, la búsqueda de la felicidad y el amor son temas muy candentes desde hace siglos. La literatura es ir y venir a esos lugares comunes sin pasar nunca de largo y con un lenguaje propio, diferente y distinto que atrape al lector.
La poesía y la escritura tienen que ver con el lenguaje, es lo que la hace diferente a otro tipo de textos o formas de la palabra escrita al uso.
Por eso quizás se escribe, para buscar un hueco en este mundo de sordos. Con el paso del tiempo entendemos la poesía como un factor de memoria, porque si uno lo piensa bien, ya ha pasado el tiempo y se le puede escribir al mundo y a la vida de otra forma, con otra perspectiva u otra visión no ya tan estática.
Se habla mucho últimamente de la inteligencia artificial como factor de cambio dentro de la literatura, debido a la imitación y a las herramientas que tiene la tecnología para crear. Me gusta pensar que a lo único que no va a poder acceder la inteligencia artificial es a la poesía, porque ya tiene sus formas establecidas y, principalmente, porque detrás de la obra está el autor y la sensibilidad del mismo perfectamente visibles.
Hablamos de una forma de sentir y de percibir la vida diferente a otras personas, de tener la necesidad de contar como pasan las cosas por dentro o por fuera, de desmenuzar el mundo y de trabajar un lenguaje que pasa a ser propio, aunque con el tiempo esté sujeto a cambios. La búsqueda, causas azares y luchas que lo transforman todo. La poesía está en el día, en las manos, en el ruido, pero también está en el silencio y en todos los lugares por donde uno pasa, respira y sigue.
"Cierro los ojos para ver más hondo
y siento que me apuñalan fría,
justamente, con ese hierro viejo: la memoria."
Ángel González
Hoy asisto al cataclismo
de las olas sin dueño,
de las calles del olvido
y de los relojes huérfanos.
Cuando es abril
en una lluvia cualquiera
yo miro unas manos
que no quieren saber de mí.
En este solsticio de bocas
que no besan
y de labios compartidos
soy el asesino silencioso
de las tardes que no saben a nada.
Todo se vuelve verso
si miro al horizonte.
Quizás sea porque las palabras
pueden más que yo,
y porque los lugares
por donde transito
saben ahora a otra cosa.
Eduardo García Benítez
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