El taller de poesía Hiperbólica letra estrenó el 2025, como no podía ser de otra manera, jugando con las palabras. Saltando entre conceptos, entre los versos y la prosa poética, para que vuele libre el sentimiento.

Aquí van tres ejemplos de la variedad tan inspirada que nos ofrecen sus participantes:

Autora: Cele Díaz

Título: LA MUERTE

La muerte es una palabra en general no querida, pero que nos acompaña desde el primer minuto de nuestra vida. La muerte es curiosamente lo que da vida a la VIDA. Siempre debemos morir a algo, dejar vacío ese hueco para que se llene de nuevos momentos, de nuevas experiencias, de nuevas emociones, de nuevas personas, en suma de … VIDA.

Cuando decimos los años que tenemos son años muertos, ya no tienen vida. La tuvieron en su día, es decir, que aunque parezca contradictorio, nuestra vida existe porque la muerte es su amiga, y es mutuo el sentimiento. Sin vida, la muerte, qué función cumpliría...

Debo acostumbrarme a morir más veces para alargar más mi vida.

Cada muerte significa recuperar un tiempo y un espacio al que dar VIDA.

Pensándolo bien, para llevarlo a la práctica, ahora que comienza el año y de propósitos la gente está henchida, quedaré un día de estos con la muerte para hablar a escondidas mirando a la luna, o tomando un café al aire libre en una avenida porque … Quiero aprender a ser su amiga.

Autora: Marisol García

Título: CARICATURA DE MÍ MISMA

Tanto sacrificio, tanta dieta, para seguir siendo maravillosamente gordita.

Yo vivo solo de ensaladas, pero…

¿Y las galletas y el chocolate que como disimuladamente, para que mi conciencia no me vea?

Aunque todas las estaciones pasen por mi rostro, rápidas o lentas, a mí me gusta el invierno,

porque es donde mi cuerpo más se tapa, con las capas que me quito de mis adentros.

El rojo de tu carmín es quien pinta mis mejillas.

Aunque el agua y el perfume recorran todo mi cuerpo,

siempre me quedará el dulce y agradable perfume de las cebollas.

Autora: María García del Castillo y Bello

Título: ATESORANDO LOS MINUTOS

Los días cálidos envuelven en celofán los minutos más presentes

vividos en la húmeda hierba que embelesa los sentidos, 

y, si acaso, soy como el ciprés, queriendo tocar el cielo.

 Me dejo y me lleva, escucho el agua de la atarjea que moja al culantrillo

y su verde clorofilo asemeja al ¡Aleluya!

                                                   (del concierto de Góspel, de “Arico en Navidad”).

Y sé que existes en lo más ínfimo. Solo hay que estar en vivo…

En el agua, en el verde, en los sonidos…, en los silencios,

en las miradas niñas, núbiles, ancianas, amantes, amigas…